El embotellamiento y los cuellos de botella

El embotellamiento y los cuellos de botella

En materia de resolver los embotellamientos, todos ganamos haciendo una pequeña concesión.

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Resumen Automático

15/10/2025 00:03
Fuente: Prensa Libre 

Se ha convertido casi en una especie de broma en las conversaciones entre amigos y familia que cuando uno se queja del tráfico se nos recuerde mansamente que uno también es parte de él, y que cuando uno circula en su vehículo le está poniendo un granito de arena más a esa masa de automóviles que luego queda atrapada en los embotellamientos en las calles de la ciudad. Esta chanza busca no solo recordarnos que somos parte del problema, sino que también podemos y debemos ser parte de la solución.

La educación vial es una de las armas más poderosas para contribuir a resolver el problema del tráfico.

Ciertamente, los atascos vehiculares suelen ser resultado de los dolores del crecimiento urbano en toda ciudad moderna que se desarrolla y crece. También es cierto que hay formas diferentes de abordarlo, desde las soluciones de diseño que provee la ciencia urbanística hasta las meras medidas prohibitivas, muchas de ellas con sus propios pros y contras. Es difícil encontrar un solo remedio que no tenga a su vez otras complicaciones aparejadas. Pero mientras esto sucede, debemos regresar a la reflexión de inicio. ¿Qué podemos y debemos hacer desde nuestro particular espacio? Allí entra en juego quizá una de las armas más poderosas para contribuir a desfogar las famosas “atrancazones”. Me refiero a la educación vial.

Un esfuerzo nacional por retomar un plan de educación vial a todos los niveles puede tener consecuencias muy positivas. El conductor, con su capacidad de tomar decisiones correctas en el tránsito, puede hacer una diferencia enorme. Basta recordar la política del “uno a uno pasamos todos”, que, si es respetada y llevada a la práctica, le hace perder a un conductor 10 segundos al dar paso a otra persona, pero se garantiza que ganará minutos de tráfico más fluido. Al final, todos ganamos haciendo una pequeña concesión.

Luego está el tema de las intersecciones. Probablemente una de las principales razones de los atascos se debe a que los conductores, aun con semáforo en verde, deciden continuar avanzando, a sabiendas de que quedarán a la mitad de un crucero. Esta decisión, que equivocadamente le hace pensar que ha ganado tiempo, será la que luego dos intersecciones más tarde, le perjudique por la mala decisión de otro conductor que hace lo mismo. Para no caer en esta práctica, es necesario entonces primeramente la educación vial, luego la reprimenda moral de la sociedad al infractor y por último la sanción que asegure que las malas acciones tienen consecuencias. Cuántas veces no hemos visto pasar desesperadamente las luces verdes frente a nuestros ojos sin poder avanzar, solo porque alguien ha atravesado su automóvil.

Habrá quien cuestione mi tesis afirmando que la educación es un esfuerzo vano o de muy largo plazo. No es cierto. Existen ejemplos interesantes donde la educación, la presión colectiva, la sanción moral y por supuesto, la aplicación de sanciones ha hecho totalmente la diferencia. El uso de cinturones de seguridad en los vehículos y el prohibir fumar en lugares públicos fueron dos temas en los que la cultura cambió para siempre. Todo esto empezó por tomar conciencia.

Mi llamado es para que las autoridades, las empresas, las instituciones de servicio y las iglesias entre otros, emprendamos un esfuerzo nacional para un plan de educación vial que llegue a todos en todo momento. Mientras existen otras soluciones que deban ser adoptadas, esta es una en la que todos podemos aportar y lograr resultados. Al final todos queremos llegar a nuestro destino pronto y bien. La educación vial es, pues, una demostración poderosa de solidaridad que nos permite quitarle el cuello a la botella.