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#NoEsNormal: Las huellas de las pandillas en Guatemala
La Policía calcula que en la actualidad hay unos 14 mil pandilleros activos, que inciden en la violencia homicida.
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Las pandillas constituyen un fenómeno social que se ha acrecentado en los últimos años y, según las investigaciones de la Policía Nacional Civil (PNC) y del Ministerio Público (MP), son estos los grupos responsables de varios hechos delictivos y de mucha de la violencia que viven a diario los ciudadanos en todo el país.
Para tener un mejor contexto sobre la problemática que generan estos grupos en Guatemala, es necesario conocer sus orígenes y cómo se desarrollaron en el territorio nacional.
Según información proporcionada por un investigador de la División Nacional contra el Desarrollo Criminal de las Pandillas (Dipanda), de la PNC, el germen de estos grupos presenta factores socioeconómicos nacionales e internacionales que han incidido en su desarrollo.
Estos grupos tienen sus orígenes en las décadas de 1970 y 1980, en Estados Unidos, específicamente, en Los Ángeles, California, donde fueron integrados por migrantes centroamericanos, principalmente de El Salvador, y ahí comenzaron a cobrar relevancia y a llevar a cabo la comisión de distintos delitos.
Fue en la década de los 90 cuando las autoridades estadounidenses comenzaron a efectuar las detenciones de los integrantes de estos grupos, entre quienes ya se encontraban migrantes guatemaltecos y hondureños, quienes fueron devueltos a sus lugares de origen, lo cual también ocasionó la transnacionalización del fenómeno y, con ello, su expansión.
Luego, en la década de los 2000, las pandillas comenzaron a consolidarse y a ganar terreno en las zonas marginales de las áreas urbanas de Guatemala, principalmente, de la capital, Mixco y Villa Nueva, donde los cabecillas de estos grupos comenzaron a reclutar a jóvenes.
Reclutamiento
En cuanto a las formas de reclutamiento de estos grupos delincuenciales, las fuerzas de orden público han identificado varios métodos. El primero es el reclutamiento directo en las zonas consideradas marginales, en especial, en barrios de escasos recursos y zonas calificadas como focos rojos. Los investigadores de la PNC indican que la deserción escolar, el desempleo y la falta de oportunidades para los niños y jóvenes son el principal aspecto que los obliga a unirse a las pandillas. Aunado a ello, también existe el reclutamiento forzado por medio de amenazas en contra de los jóvenes y sus familias, ya que, si se niegan a pertenecer a estas agrupaciones, son golpeados, extorsionados y, en algunos casos, ultimados por negarse a integrar las pandillas.
Asimismo, muchos jóvenes que integran las pandillas han sido reclutados e introducidos por influencia de amigos, que ya se habían unido.
El reclutamiento en escuelas, colegios e institutos fue una de las primeras modalidades en el país, donde los pandilleros se acercan a estudiantes, sobre todo, en horas de entrada y salida de clases, para ofrecerles dinero y objetos de valor por ser parte de la pandilla. Debido a que muchos jóvenes también buscan algún sentido de pertenencia e identidad, terminan por implicarse con estos grupos delictivos.
Aunque no existe un dato del número exacto de integrantes de pandillas en Guatemala, se calcula que existen entre 10 mil y 14 mil miembros activos, según las estimaciones de los últimos cinco años de la Policía y del Ministerio de Gobernación.
También existe el reclutamiento por medio de familiares o amigos. Este método se produce con frecuencia, ya que muchas clicas (o células de pandillas) que operan en distintos puntos están integradas por hermanos, primos, tíos e incluso por padres e hijos, quienes comienzan a ser absorbidos por estos grupos desde niños.
Según la PNC, los principales delitos que se le atribuyen a estos grupos delictivos son homicidios, extorsiones, narcotráfico, secuestros, tráfico de armas, robos y asaltos, lavado de dinero y control de las operaciones ilícitas que se manejan desde el interior de las cárceles, desde donde operan los cabecillas. También se les atribuyen las operaciones de los denominados taxis piratas y de los delitos que se cometen en estos vehículos, tales como secuestros exprés, asaltos, homicidios y vejámenes sexuales.
Detrás de las extorsiones
El flagelo de las extorsiones a comerciantes, transportistas y otros sectores productivos del país, que es el hecho ilícito que les asegura mayores ingresos económicos a las pandillas en Guatemala, ha mostrado un incremento durante este año, según Ángel Pineda, secretario general del Ministerio Público (MP).
Pineda afirmó que, según las proyecciones del ente investigador, se proyecta que, a finales del 2025, el número de denuncias por extorsiones sea el doble de las denuncias recibidas en el 2024.
Según el subjefe de la División Nacional contra el Desarrollo Criminal de las Pandillas (Dipanda), de la PNC, Juan Antonio Tiul, el incremento de las quejas relacionadas con extorsiones se debe a la cultura de denuncias que impulsa la PNC, así como a los programas y charlas que ofrece la Oficina de Prevención del Delito de la institución en planteles educativos, con el objetivo de impedir que se siga cometiendo ese delito.
Información de la Policía, sin embargo, señala que la mayoría de extorsiones es cometida por el grupo denominado “de imitadores”, que no son pandilleros.
Lo anterior lo sustenta un dato: el 91% de las extorsiones pagadas en el 2024 lo recibieron los imitadores, que equivale a Q11.24 millones. Las pandillas, en cambio, podrían haber cobrado Q1.78 millones, la mayor parte, correspondiente a exacciones del Barrio 28.