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La educación, en el centro de un nuevo país
¡El derecho a la educación no se negocia! Así es.
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Ya lo decía Juan José Arévalo cuando hablaba con su ministro de Educación, Manuel Antonio Gómez Gálvez: “No hay que pelearse con el partido político más grande de Guatemala: el magisterio”. Pero es que “aquel” magisterio sí merecía el respeto que la población le tenía; entonces, la educación estaba en el centro de todas las acciones políticas del arevalismo. Hoy, Guatemala es el país de América Latina donde, en promedio, la niñez y adolescencia asiste menos años a la escuela.
¡El derecho a la educación no se negocia! Así es.
El primer Arévalo priorizó la educación en Guatemala: se dio un proceso amplio de formación para las y los maestros; se construyeron el Instituto Normal de Señoritas de Centroamérica (Inca), el Instituto Rafael Aqueche, la Escuela Normal Rural Alameda y las escuelas tipo federación; las escuelas nocturnas se abrieron para las personas trabajadoras; se fundaron la Universidad Popular, la Biblioteca Nacional, el Archivo de Gobierno (hoy de Centroamérica) y el Conservatorio Nacional de Música; y se reorganizaron el Ballet Guatemala, la Orquesta Sinfónica Nacional y el Coro Nacional. La educación rural recibió un gran impulso y se trabajó en un amplio proceso de alfabetización.
Luego llegaron la Guerra Fría y el conflicto armado interno con todo su horror, con la ruptura del tejido social y los rudimentos de una corrupción que hoy nos tiene de rodillas. Y hasta los sindicatos que habían nacido con buena estrella durante el gobierno de Juan José Arévalo para proteger los derechos de los trabajadores se fueron torciendo. Hoy esos sindicatos son, en su mayoría, grupos instrumentalizados al servicio del mejor postor: el pacto de corruptos. ¿O no ha salido el Sindicato de Trabajadores de la Educación en Guatemala (STEG), en medio de las crisis políticas más fuertes de las últimas dos décadas, a defender a los indefendibles y sus causas? ¿No fue Joviel Acevedo quien, en medio de los sismos recientes, soliviantó los ánimos del STEG para realizar paros en el país mientras la ayuda debía trasladarse a las poblaciones afectadas? (Por favor, los ignaros y netcenteros, ahórrense lo de “ahora sí protesta por los paros y cuando los pueblos originarios lo hicieron, no”).
Manifestar es más que legítimo, pero lo que hacen Joviel Acevedo y sus huestes no es manifestar, es afectar la educación, ya deteriorada, de toda una generación, para servir a intereses corruptos. Acevedo lleva 30 años de participar en actividades sindicales y 20 años al frente del STEG y, aunque hay en su contra acusaciones de corrupción, ninguna ha prosperado en el MP. Una rosca de poder lo protege dentro y fuera del gremio, y aunque su jurásico discurso aún tenga eco en algunas partes, sus intereses reales obedecen a los vaivenes políticos nacionales, más que a luchar por la defensa del magisterio y la educación de millones de niñas, niños y adolescentes. En 2018 comenzaron las investigaciones en su contra; en julio de 2023, Estados Unidos lo sancionó y señaló por corrupción, ya que en el tiempo de Otto Pérez Molina y Roxana Baldetti pidió beneficios personales a cambio de alzar al magisterio a su favor. Este fue el caso conocido como la remodelación de la Casa del Maestro, donde él se recetó su apartamento. Acevedo es hoy el símbolo más retorcido del sindicalismo.
Después de que el actual Ministerio de Educación interpusiera 12 recursos legales contra sindicatos de maestros que dejaron de dar clases por aproximadamente dos meses, la actual Corte de Constitucionalidad (CC) tuvo uno de sus escasísimos momentos luminosos, y el 14 de julio ratificó la primacía del derecho a la educación, ordenando al STEG cesar las medidas de hecho. Al enterarse de la disposición de la CC, la ministra de Educación, Anabella Giracca, puso un acertado mensaje en las redes del Ministerio, diciendo: ¡El derecho a la educación no se negocia! Así es. Probado está que la educación ha levantado países. Ya es tiempo de más acciones contundentes como esta, para que Guatemala se levante como país.