Receta para una sociedad violenta

Receta para una sociedad violenta

Si queremos cambiar el futuro de Guatemala, tenemos que cambiar la receta.

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Resumen Automático

04/12/2025 00:05
Fuente: Prensa Libre 

Tenía 12 años y estaba a punto de dar a luz. En sus palabras: “Yo no sabía qué me estaba pasando y creía que era normal, que a todas las niñas nos pasaba lo mismo. Me trataron muy mal en el hospital público donde tuve a mi hija. Una enfermera me dijo que no me quejara de dolor, porque para abrir las piernas no me había quejado. Ella no sabía mi historia. Cuando nació mi hija estuvo en incubadora y no me la daban. Yo estaba siempre sola y tenía miedo. Nadie me explicaba nada. Al salir del hospital no me bajaba la leche y cuando se enfermaba, yo no sabía ni qué hacer. Lo peor fue cuando la prueba de ADN confirmó que mi padre era el papá de mi hija”.


Hay muchos factores que determinan la configuración de sociedades violentas, pero entre los más importantes está la violencia sexual que deriva en matrimonios forzados o uniones infantiles, en embarazos no deseados y maternidades forzadas tempranas. Lo he dicho muchas veces, como una hipótesis después de años de trabajo en mi campo. Ayer se presentó un riguroso estudio del Fondo de Población de las Naciones Unidas (Unfpa), con la colaboración de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), que se llama “Más allá de lo visible: normas sociales y de género que inciden en los matrimonios y uniones infantiles, tempranas y forzadas (Muitf) en Guatemala”, donde se documenta cómo estos factores se interrelacionan y fundan una parte de nuestra sociedad.


A pesar de los avances normativos que se han logrado, sobre todo la reforma que se hizo al Código Civil en 2017 para prohibir el matrimonio de personas menores de 18 años, aún hay desafíos significativos. La normalización de la violencia sexual en cuerpos de niñas y niños, el silencio de una familia y una comunidad para no incomodar el statu quo, las uniones de niñas con hombres mayores para reproducir un orden diseñado para la obediencia, así como los embarazos no deseados o maternidades forzadas, siguen existiendo. Lo vemos a diario. Recuerdo cómo, hace años, ante la pregunta de la abogada al padre agresor de por qué había violado a su hija, él respondió: “Porque es mía”. Hoy, quizás ya no lo digan, pero aún muchos lo piensan.

Si una niña vive como niña, si una adolescente vive como adolescente, si sus derechos son respetados desde su nacimiento, posiblemente tendremos una sociedad menos violenta.


El estudio arriba citado se basó, a su vez, en cuatro estudios exploratorios sobre las percepciones y valoraciones de los Muitf, desde los ámbitos local y departamental, con “alta presencia de población maya k’iche’ en Totonicapán y Quiché, maya chortí en Chiquimula, maya qéqchi’ en Alta Verapaz, garífuna y afrodescenciente en Izabal”. Y continúa la Dra. Ana Silvia Monzón, en su introducción, diciendo que “Los Muitf obstaculizan los proyectos de vida de las niñas y las adolescentes que continúan subordinadas a los rígidos roles de género, marcando la tendencia de una alta tasa de prevalencia de las uniones, que tiene consecuencias negativas en sus vidas y sus cuerpos”.


Una familia entera, una comunidad entera y una sociedad entera enfrentan también los resultados de estas consecuencias negativas en las vidas de las niñas y adolescentes, aunque no sea visible en los cotidianos que normalizan esta situación de “madres y esposas”. Cada territorio ha de ser visto desde sus propias características, así como cada caso, pero hay razones estructurales de alto riesgo que propician los Muitf, como la pobreza, las violencias, la falta de educación, la masculinidad hegemónica, las normas sociales, el silencio, entre otras, que definen un punto de partida común.


Si queremos cambiar el futuro de Guatemala, tenemos que cambiar la receta. Por siglos, esta sociedad se ha levantado sobre “derechos” como el de pernada, que fue práctica común en el Estado finquero, y sobre los matrimonios y uniones infantiles tempranas y forzadas, tan comunes en los distintos territorios del país. Si una niña vive como niña, si una adolescente vive como adolescente, si sus derechos son respetados desde su nacimiento, posiblemente tendremos una sociedad menos violenta. Distinta.