Semana Santa

Semana Santa

En esta semana evocamos y celebramos los acontecimientos que fundaron la fe cristiana.

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12/04/2025 00:03
Fuente: Prensa Libre 

Mañana comienza la Semana Santa. Se llama así porque durante sus días se conmemoran los acontecimientos que, según la fe cristiana, realizaron nuestra salvación y santificación. El protagonista es Jesucristo, Hijo de Dios e Hijo del hombre. Él es el santo y sus obras son santas; la semana en que se conmemoran es, por eso, santa.

En esta semana evocamos y celebramos los acontecimientos que fundaron la fe cristiana.

Es una semana de ocho días, no de siete. Comienza el Domingo de Ramos y termina el Domingo de Resurrección. La liturgia del primer domingo tiene dos acentos. La bendición de los ramos y la conmemoración de la entrada mesiánica de Jesús en Jerusalén tienen un carácter festivo. Los cristianos aclamamos y reconocemos a Jesucristo como nuestro rey y señor, como nuestro salvador y redentor. Él es el referente de nuestra fe y de nuestra esperanza. Pero las lecturas de la misa que normalmente se celebra a continuación establecen un tono de sobriedad. Se lee la narración de la pasión de Jesucristo, relato que va precedido de la lectura de otros textos bíblicos que evocan y explican el sentido expiatorio y redentor de la pasión y muerte de Jesucristo. En este segundo acento de la liturgia del Domingo de Ramos se anticipan los del Viernes Santo.

El triduo pascual constituye el corazón de la semana santa. Comienza el Jueves Santo en la tarde y concluye al término del Domingo de Pascua. Los relatos evangélicos de la pasión de Jesús marcan el programa de las sucesivas celebraciones de esos días, que evocan los diversos acontecimientos.

El jueves santo en la tarde, la Iglesia conmemora la institución de la eucaristía durante la última cena con sus discípulos. Jesucristo bendice y reparte el pan y el vino al tiempo que declara que son su Cuerpo entregado y su Sangre derramada: Así anticipa sacramentalmente su muerte y resurrección. En el rito dejó a la posteridad el memorial para actualizar sacramentalmente esos acontecimientos salvíficos. Se conmemora también el lavatorio de los pies con el que Jesús anticipó simbólicamente el supremo servicio de la entrega de su vida por nosotros.

El viernes santo es un día de sobriedad agradecida por la pasión y muerte de Jesús. No es día de luto, porque Cristo vive, sino de veneración de la cruz del Señor y de oración para que los beneficios de la muerte de Cristo alcancen a toda la humanidad.

El sábado santo es día de silencio y espera. Jesucristo verdaderamente murió y entró en la morada de los muertos para rescatar a los que esperaron en él antes de que viniera y que todavía mueren deseándolo sin conocerlo.

La semana santa concluye el Domingo de Pascua. La liturgia pascual comienza en la noche del sábado, con la solemne vigilia, la celebración litúrgica más importante y significativa del calendario católico. Inicia con la bendición del fuego, que es luz y calor, y se alimenta de leña seca y sin vida. El rito evoca a Cristo, luz del mundo, quien al resucitar vence la muerte y abre para quienes creen en él horizontes de vida y eternidad. El celebrante canta el pregón pascual, anuncio de las maravillas de Dios. Numerosas lecturas bíblicas y salmos invitan a meditar la obra salvadora de Dios. Se bendice también el agua, evocación del bautismo cristiano, por el que místicamente los creyentes participan en la muerte y la resurrección de Cristo en las que también nos introduce sacramentalmente la eucaristía celebrada a continuación.

Esta vigilia se prolonga en la liturgia del domingo que evoca el hallazgo de la tumba vacía, indicio histórico de un acontecimiento trascendente: la resurrección del Señor, que los primeros discípulos llegaron a conocer por las apariciones del resucitado. Son los acontecimientos que fundan y dieron origen a nuestra fe cristiana.