TGW
Guatevision
DCA
Prensa Libre
Canal Antigua
La Hora
Sonora
Al Día
Emisoras Unidas
AGN
El 20 de octubre, una gran fecha olvidada
Un pueblo desconocedor de su historia está condenado a repetirla empeorada.
Enlace generado
Resumen Automático
A causa de la imperdonable decisión de eliminar las clases de historia en cualquier nivel educativo, ha desaparecido y Guatemala se ha olvidado del acontecimiento más importante del siglo anterior. Quienes tenían 18 años en 1944 y vivieron el fin del gobierno de Ponce, heredero de la dictadura ubiquista, tienen ahora 102 años y serán unos pocos. La edad promedio de quienes tienen 18 años o menos, es ligeramente superior a la de los adultos, lo cual significa tampoco haber vivido cuando terminó el gobierno de Miguel Ydígoras Fuentes en 1963 o de Castillo Armas, asesinado en 1957. La pirámide poblacional del país indica una población de 18 millones, y de 1944 en solo seis. El desconocimiento del 20 de octubre es explicable y lamentable.
Si se desconoce la historia del país, de la familia, se repiten los errores y desaparecen los aciertos y motivos de orgullo.
Un pueblo desconocedor de su historia está condenado a repetirla empeorada. Luego de la Revolución de Octubre, en 1945 hubo entusiasta participación electoral libre, hecho político desconocido, debido a tantos gobiernos totalitarios a partir de la separación de España en 1821 y la ruptura de la Federación Centroamericana en 1847, cuando nació Guatemala como república independiente. En cortos 97 años dos revoluciones; en 1920, terminó la dictadura de Estrada Cabrera. En los cincuentas ocurrió el derrocamiento de Árbenz y terminó la etapa 1847-1963. Curiosamente, varias veces ganaron o se apoderaron del poder quienes prometían dureza: Ydígoras con su “mano de acero inoxidable”, y Pérez Molina, con su “mano dura”, ambos de gobiernos fracasados.
En 1944, el ejército participó en pro de la democracia y unido a civiles de ideas patrióticas, como estudiantes universitarios y maestros, entonces con importancia, no como ahora, en este 2025. Gracias a un excelente equipo de asesores sin intereses individualistas, en 1965 bajo el mando de Peralta Azurdia nació la actual Constitución, luego reformada. Pasados 50 años, desgraciadamente está claro el virtual fracaso del modelo democrático, porque la calidad humana de los redactores de la Constitución no les permitió prever los abusos derivados de la libertad total de fundar partidos políticos. Los de esa ápoca tenían base ideológica y aspirantes sólidos, mientras los de ahora demostraron, por ironía, la frase “cualquiera puede ser presidente”, en el sentido de “sea quien sea”.
Todo ello no justifica ignorar, rechazar o analizar la Guatemala y el mundo de esa época con la mentalidad actual. Como todo suceso histórico, su valoración depende del punto de vista histórico, jurídico, político e ideológico. Los hechos históricos deben ser analizados tomando en cuenta la realidad de su momento, no la posterior. Son importantes, aunque no parezca, datos como la población del país: en 1965, 6 millones; en 2025, 19 millones (en números redondos). Sin duda, ninguno de quienes vivieron ese movimiento cívico-militar, están vivos, pero tampoco por eso dejan de merecer una información dirigida a las generaciones actuales, pues por motivos ideológicos de la Guerra Fría se eliminó la clase de historia de Guatemala. Crimen pedagógico.
La Historia puede reflejar los pros y los contras de los hechos y figuras históricas. A veces, quienes son alabados al principio son criticados con el paso del tiempo, cuando los historiadores los analizan, con frialdad o serenidad profesionales aunque también con preferencias personales. Toda revolución se come a sus creadores, dice un dicho, y la del 20 de octubre de 1944 no es la excepción. Mi generación es la de la etapa 1945-1951 y por eso ya acaricia nietos y a veces hasta bisnietos, y apenas representa menos del 3% de los adultos de esos 19 millones de habitantes, quienes en una forma u otra nos beneficiamos de sus aciertos y los vemos afectados por sus errores. Se puede decir “culpas del tiempo son”, no de Guatemala, ni de las generaciones actuales.