Cien días de Trump: órdenes y promesas

Cien días de Trump: órdenes y promesas

La agresiva política migratoria, con todo y las ruidosas detenciones y deportaciones, no ha alcanzado las estadísticas del gobierno de su antecesor.

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25/04/2025 00:05
Fuente: Prensa Libre 

Prácticamente, ningún país ha quedado sin tocar alguna de las más de cien órdenes ejecutivas emitidas por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, durante sus primeros cien días de segundo mandato. La guerra arancelaria es la orden más extensa, por su impacto en los mercados internacionales, pero a la vez, la que más incertidumbre desata a lo interno del aparato económico de la Unión: los sobrecostos a materias primas, mercancías y suministros para diversos fabricantes atentan contra la promesa de disparar la actividad industrial, no tanto porque el fin sea errado, pero sí el tiempo y las formas.

Recorte o eliminación de programas sociales y supresión de dependencias persiguen una mayor eficiencia en el Estado federal y una reducción del gasto; sin embargo, el impacto en las comunidades, incluyendo áreas que aclamaron la llegada del magnate, está por verse. No son pocos los videos de congresistas republicanos cuestionados por sus electores —en EE. UU., cada distrito conoce a su representante y puede objetarlo— acerca de su silencio ante los despidos y los cierres de fondos de asistencia.

Los partidarios de Donald Trump admiran su desenfado, su capacidad de emitir órdenes y de empujar cambios con celeridad disruptiva, así como su tono desafiante hacia otros poderes y a la clase política. La orden de eliminar el Departamento de Educación para cumplir una promesa a padres de familia conservadores parece inviable, pues se necesita una mayoría cualificada en el Senado que Trump no posee. Entretanto, pasaron cien días que son la mítica marca de la luna de miel: un plazo autoimpuesto por el presidente Franklin D. Roosevelt en 1933, para exhibir resultados concretos tras la gran depresión, y en efecto lo logró de manera histórica.

La agresiva política migratoria, con todo y las ruidosas detenciones y deportaciones, no ha alcanzado las estadísticas del gobierno de su antecesor; el argumento de la criminalidad de los indocumentados se sigue usando como en campaña, pero muchas plantas de producción, fábricas, plantaciones y empresas de construcción empiezan a resentir la falta de obreros. Muchos guatemaltecos viven en la constante angustia de ser detenidos y encarcelados, sobre todo si ya tienen una expulsión previa. Apenas ayer se conocía de la detención de 11 connacionales en un estacionamiento mientras esperaban a ser contratados para trabajos diversos: reparaciones, jardinería, remodelaciones. No son criminales, son padres, hijos, hermanos que buscan un mejor futuro.

Hay órdenes ejecutivas en materia ambiental, energética, de incentivo económico y también retiros de EE. UU. de instituciones internacionales como la Organización Mundial de la Salud o cierre de fondos a universidades que critican las políticas trumpistas. Existen otras de orden institucional que buscan fortalecer el poder presidencial, pero, para expertos en Derecho, peligra el sistema de pesos y contrapesos.

En todo caso, en cien días Trump no ha podido pasar ni una sola pieza de legislación en el Congreso, a pesar de la mayoría republicana; la Corte Suprema de Justicia frenó el envío sumario de presos a la supercárcel salvadoreña de Nayib Bukele. Además, ya anunció su retiro “parcial” el asesor y multimillonario Elon Musk, quien dirigió un “centro de gobierno” de recortes burocráticos, pero le ha costado una caída del 70% en las acciones de su compañía de vehículos Tesla. Para unos, el estilo de Trump es aplomo; para otros es despotismo. La guerra sigue en Ucrania, y eso que ofreció detenerla con una orden; sus antiguos aliados, México y Canadá, hoy desconfían, y Europa lo mira de lejos.