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Cuáles fueron las últimas palabras de Jesús en la cruz: qué dijo y qué significan
Durante su agonía en la cruz del Calvario, Jesús pronunció siete frases que revelan su compasión, sufrimiento y entrega total. Estas palabras condensan el mensaje de amor y redención que marcó su sacrificio.
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La llegada de la Semana Santa evoca, en muchos creyentes, el recuerdo del sacrificio de Jesús en la cruz del Calvario, donde padeció a manos del Imperio romano como parte del propósito que el Creador le encomendó en la Tierra.
Según los relatos bíblicos, entre su crucifixión y su muerte, Jesús elevó varias peticiones al cielo y dialogó con uno de los condenados que fue crucificado junto a él.
Los cuatro evangelios narran detalladamente los momentos de su pasión, lo que permite al creyente imaginar el sufrimiento físico que implicó ser azotado, perforado en pies y manos con clavos y expuesto en una cruz hasta exhalar su último aliento.
“Consumado es”, una de las frases pronunciadas por Jesús al momento de morir, simboliza el cumplimiento de la misión redentora para la cual fue enviado, y marca el cierre de su sacrificio en la cruz.
Antes de exhalar su último aliento, Jesús pronunció siete frases en la cruz del Calvario. Estas expresiones, cargadas de fe, perdón y entrega, marcaron su legado y resumen el mensaje central de su misión redentora.
1. Perdónales (Primera frase)
Luego de ser presentado ante el gobernador romano Poncio Pilato y tras la elección del pueblo de liberar a un reo en su lugar, Jesús fue sentenciado a morir crucificado. El destino fue el Calvario, también conocido como el Gólgota, lugar identificado por su forma como “la Calavera”.
Según el relato del Evangelio de San Lucas 23, Jesús fue conducido al Gólgota junto a dos criminales, siendo crucificado entre ambos. Desde la cruz, su primera palabra fue una súplica de misericordia:
Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen (Lucas 23:34).
Con esta frase, Jesús intercede ante el Creador, pidiendo que no se les impute el pecado de haberlo condenado, en un gesto de compasión hacia quienes no comprendieron que él era el enviado.
2. Promesa de perdón (Segunda frase)
Durante la crucifixión, según relatan las Escrituras, romanos, judíos y algunos sacerdotes se burlaban de Jesús, quien fue colgado en la cruz con un letrero que decía: “Este es el rey de los judíos”.
En ese contexto, como se registra en Lucas 23:39, uno de los ladrones crucificados junto a él lo increpó diciendo:
Si tú eres el Cristo, sálvate a ti mismo y a nosotros.
Sin embargo, el otro reo lo reprendió, reconociendo que Jesús no había cometido ningún crimen, a diferencia de ellos. Acto seguido, se dirigió al Mesías con una súplica:
Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino.
Jesús, en un gesto de profunda compasión y misericordia, respondió con su segunda frase, recogida en Lucas 23:43:
Yo te aseguro: hoy estarás conmigo en el Paraíso.
Esta respuesta no solo representa una promesa de salvación, sino que reafirma el amor incondicional de Jesús, incluso en medio del sufrimiento.
3. Palabra de cuidado (Tercera frase)
En medio del dolor de la crucifixión, Jesús no solo pensó en su misión espiritual, sino también en el bienestar de su madre. Según el Evangelio de San Juan 19:26-27, al ver a María al pie de la cruz, acompañada por el discípulo a quien amaba —identificado tradicionalmente como Juan—, Jesús pronunció su tercera frase:
“Mujer, ahí tienes a tu hijo”, dijo a María. Luego, dirigiéndose al discípulo, expresó: “Ahí tienes a tu madre”.
Desde ese momento, el discípulo la acogió en su casa, cumpliendo el deseo de Jesús de que su madre no quedara desamparada.
Estas palabras evidencian su ternura y responsabilidad filial, incluso en el instante de mayor sufrimiento, y han sido interpretadas por la tradición cristiana como el acto simbólico de confiar la humanidad, representada en Juan, al cuidado de María.
4. Clamor de abandono (Cuarta frase)
En su suplicio. cerca de la hora novena (alrededor de las 15 horas), la biblia relata que Jesús alzó la voz desde la cruz en un grito de dolor.
“¡Elí, Elí! ¿Lemá sabactaní?,”, que significa: ¡Dios mío, Dios mío! ¿Por qué me has abandonado?
Frase que se hace referencia un clamor de angustia que expresa el peso del sufrimiento humano que se retrata en el Salmo 22.
Esta frase pronunciada en arameo, no indica una pérdida de fe ni de desesperación, sino de una profunda manifestación de dolor en plena identificación con la humanidad doliente. Teólogos comentan que este grito revela que, incluso en la aparente ausencia de Dios, Jesús mantiene el vínculo con el Padre, llamándolo “Dios mío” en un acto de fe perseverante.

5. Petición de agua (Quinta frase)
En medio del dolor, la Escritura relata que Jesús expresó una necesidad física: el deseo de beber agua. Este momento se consigna en el Evangelio de San Juan 19:28, que detalla la breve frase:
Tengo sed.
Según los teólogos, esta expresión simboliza “la sed del justo”, en alusión al Salmo 69:21. Este acto revela tanto su sufrimiento físico como su dimensión espiritual.
6. Palabra de cumplimiento (Sexta frase)
En medio del dolor, y al acercarse la hora de su partida, Jesús pronunció una de las frases más significativas de su misión, una expresión que los creyentes llevan como estandarte.
Según el Evangelio de San Juan 19:30, después de recibir el vinagre, Jesús exclamó:
Todo está cumplido.
Luego inclinó la cabeza y entregó su espíritu a Dios.
Teólogos afirman que esta frase marca el cierre de una vida entregada al servicio de la voluntad divina. La expresión, traducida como “consumado es”, representa la culminación de la obra de salvación encomendada por el Padre.
7. Entrega final de su vida (Séptima frase)
Con sus últimos suspiros en la cruz, y después de haber expresado el cumplimiento de su misión, Jesús pronunció su entrega definitiva a Dios. Según relata el Evangelio de San Lucas 23:46, exclamó con voz fuerte:
Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu.
Falleció en ese momento.