Hallazgo de altar en Tikal revela nuevo tipo de vínculos entre esta ciudad y Teotihuacán

Hallazgo de altar en Tikal revela nuevo tipo de vínculos entre esta ciudad y Teotihuacán

Altar del siglo V de nuestra era, encontrado en Tikal, Petén, es similar en su diseño a los de Teotihuacán, en México, según investigación de un equipo nacional e internacional de científicos, que refuerza la presencia de personas de élite provenientes de ese lugar.

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07/04/2025 11:00
Fuente: Prensa Libre 

La investigación fue realizada por Edwin Román, director del Proyecto Arqueológico del Sur de Tikal (PAST) y colegas, que se dio a conocer hoy, 7 de abril, en Guatemala, en conferencia de prensa en el Palacio Nacional de la Cultura, zona 1.

En el artículo Un altar de Teotihuacán en Tikal, Guatemala: ritual del centro de México e interacción de la élite en las tierras bajas mayas, que se publicará mañana, 8 de abril, en la revista especializada en arqueología Antiquity, de la Universidad de Cambridge, se detalla que el altar encontrado en el 2024 incorpora práctica artística, estética y ofrendas de México central.

La naturaleza y extensión de las interacciones entre regiones distantes y culturas de Mesoamérica aún continúan en debate, se lee en el artículo. Los lazos cercanos económicos y políticos desarrollados entre Teotihuacán y las tierras bajas mayas durante el período clásico temprano (250-550 después de Cristo), y la relación entre estas culturas continúa sorprendiendo a los científicos.

El altar, elaboradamente pintado por un grupo de élite en las tierras bajas mayas en el centro de Tikal, data del siglo V d. de C. Es único, porque en él se manifiestan las formas artísticas y arquitectónicas de Teotihuacán, así como la influencia cultural durante dicho período y la presencia activa de Teotihuacán en Tikal. El altar y los rituales llevados a cabo en él constituyen, hasta la fecha, la evidencia más concluyente de que en Tikal vivieron personas asociadas a la cultura teotihuacana y que tenían la capacidad de manifestar sus convicciones y creencias, lejos de su lugar de origen, en un espacio importante, según el comunicado de prensa.

Los paneles del altar, que pertenece al grupo 6D-XV, son similares a aquellos que fueron creados para recintos residenciales en Teotihuacán, en cuanto a maqueta, contenido y ejecución.

Descubrimiento

Todo comenzó en el 2019, con los resultados obtenidos de escaneos con la tecnología Lidar, gracias al financiamiento de la Fundación Patrimonio Cultural y Natural Maya (Pacunam) y su aliado, Hitz Foundation. Durante las excavaciones en el Grupo 6D-XV se halló un altar decorado (Estructura 6D-XV-Sub 3) en el centro de un patio, en el que se evidencian varios episodios. Está sobre una elevación natural nivelada, localizada a 125 metros de la pirámide 6D-105. Este grupo tuvo dos etapas constructivas: la primera, del 300 al 400 d. de C., denominada Venado, y la segunda, del 400 al 450 d. de C., llamada Cabrito.

En el centro del patio está el altar, una pequeña estructura talud-tablero de 1.1 metros de alto de forma rectangular (1.8 x 1.22 metros) con su larga fachada viendo hacia el oeste. El talud es bajo, de 40 cm de altura; los lados sur y norte tienen 1.40 m de ancho y 1.85 m, de este a oeste. Su plataforma, quemada en su eje central, está pintada con bandas rojas y está dispuesta con un delineado negro en el piso. Hay cuatro enterramientos o depósitos adyacentes al altar. La posición sentada de las personas responde a los patrones mortuorios durante las fases de Tlamimilolpa (250-350 d. de C.) y Xolalpán (350-450 d. de C.) en Teotihuacán. También se encontraron fragmentos de incensarios, relacionados con dicha ciudad antigua en México.

Reconstrucción del altar, realizada por la doctora Heather Hurst, del Skidmore College. (Foto Prensa Libre: Edwin Román).

Se encontraron entierros de niños, menores de 4 años, que debieron ser ofrendados al altar, ejemplos similares reportados en Teotihuacán.

Al preguntarle Prensa Libre a Román si las personas enterradas tienen vínculos familiares, como se indica en al artículo, responde que, por el momento, aún no se sabe, pero ya se inició el proceso de estudios de ADN antiguo de ellas. “Esperamos tener alguna respuesta a esta pregunta en mayo o junio”, añade.

El altar emplea un estilo talud-tablero y está recubierto por tierra y cal, con múltiples coberturas de yeso de cal fina. La plataforma extendida que da acceso al oeste y el elemento talud del altar fueron demarcados con líneas rojas delgadas.

Mapa muestra la ubicación del Grupo 6D-XV. Imagen de Thomas Garrison e Iniciativa PACUNAM LiDAR. (Foto Prensa Libre, cortesía de Edwin Román).

Las cuatro superficies del tablero del altar, incluyendo el marco, el panel de cada lado y el panel empotrado, fueron pintados de rojo, amarillo, anaranjado y negro. Cada panel empotrado muestra la imagen frontal de un personaje que porta un tocado de plumas. Se observa solo su rostro y el tocado, y los elementos contiguos pueden representar escudos u otros elementos de ropaje.

Las pinturas de los cuatro lados del altar están estandarizadas. Cada uno porta orejeras de doble apilado, collares de tres vueltas y tocados elaborados con bandas blancas en la frente y una diadema circular compuesta de tres secciones concéntricas.

Detrás de la diadema circular, hay cuatro hileras de plumas cortas y rígidas y penachos arqueados. Predomina la simetría y la repetición en el diseño del altar. Este tipo de decoración concuerda con el estilo de pintura y técnica de Teotihuacán. El uso de la frontalidad está típicamente asociado con la representación de deidades en pintura mural y escultura de dicho sitio en México.

Los colmillos distintivos o la boquilla con puntas del rostro sugieren que se relaciona con el dios de la tormenta complejo y, quizás, a la “Gran Diosa”, una entidad divina, cuya existencia es cuestionada por algunos especialistas. Las cuatro figuras diferenciadas por color podrían tratarse de deidades asociadas con las cuatro direcciones del mundo.

Vista de uno de los cuatro murales del altar del Grupo 6D-XV y su representación. Dibujo de Heather Hurst. (Foto Prensa Libre: cortesía de Edwin Román)

Además, tienen ojos almendrados y llevan una barra en la nariz con colmillos, que se asemejan a representaciones de varias deidades en Teotihuacán, conocida como “boca del dios de la tormenta”. El motivo repetitivo de la boquilla, que se ve a lo largo del borde inferior del marco del tablero y la combinación de doble orejera y tocado de plumas también se ve en Teotihuacán, en el Complejo de los Edificios Superpuestos y en el Complejo del Sol, respectivamente. Esto se asocia, a menudo, con emisarios de alto rango teotihuacanos que viajaban por Mesoamérica.

El cabello enmarca el rostro, que termina en una barra amarilla y una forma triangular blanca, que, posiblemente, representa papel o algodón. Ninguna otra parte del cuerpo es visible.

La figura está flanqueada por dos escudos idénticos, elementos rectangulares adornados con una estrella y plumas a lo largo de los bordes superiores. Este estilo es típico de Teotihuacán, donde escudos similares están representados en murales en el complejo residencial de Zacuala y una tapadera de incensario del complejo de Oztoyahualco (350-550 d. de C.).

La mezcla de líneas de contorno rojas y negras del altar de Tikal divergen de la mayoría de pinturas murales de Teotihuacán; sin embargo, es una técnica evidente en recipientes de estuco encontrados en la ciudad mexicana. Además, estos elementos técnicos demuestran que los murales del altar fueron hechos por personas bien versadas en pintura teotihuacana altamente estandarizada.

Vista de uno de los paneles del altar. (Foto Prensa Libre: Edwin Román).

La forma y decoración de pintura del altar del grupo 6D-XV apunta a la presencia de artistas entrenados en Teotihuacán. Su perfil-talud tablero es distintivo de Teotihuacán, así como otras formas arquitectónicas en el área maya. En Tikal y en otros lugares están asociados con conexiones materiales e históricas con el centro de México.

El marco pintado con diseños circulares rojos conocidos como chalchihuites, asociados con las piedras de jade, y boquillas abstractas alinean el talud-tablero del altar de Tikal con la tradición de Teotihuacán y no con la maya. Las pinturas del panel son del estilo metropolitano de Teotihuacán y en su ejecución se usó un dibujo previo, líneas de contorno gruesos y principios de diseño de planos pictóricos en capas.

El tamaño y ubicación del altar, junto con sus enterramientos e indicios de incendio, muestran claros paralelos con los altares de patio encontrados en complejos residenciales de Teotihuacán, también asociados con rituales domésticos y que fueron abandonados.

El complejo 6D-XV y su altar evidencia la influencia de Teotihuacán en la cultura maya, lo cual sugiere no solo la adopción local de estilos artísticos, sino la presencia potencial de artistas entrenados de Teotihuacán practicando sus habilidades en Tikal en el siglo V de nuestra era.

“La pintura de los cuatro lados del altar de Tikal, con esta imaginería puramente teotihuacana, es un despliegue explícito de un vocabulario social y visual de lo teotihuacano en Tikal, sin hibridación, sin mezcla. Las pinturas pertenecen firmemente a la tradición cosmopolita de Teotihuacán. No hay elementos iconográficos mayas”, se lee en el comunicado.

En este complejo también se encontró un entierro con dos puntas de proyectil de obsidiana, algo atípico en las tradiciones funerarias de Tikal, una de las cuales, probablemente, sea originaria de Pachuca, México, y la otra, es similar a las que se producían en Teotihuacán. El otro entierro era de un niño, que dio la impresión de que se trató de una cremación, tipo de enterramiento más común en Teotihuacán.

Una de las puntas de obsidiana, de estilo totalmente teotihuacano, hallada en uno de los entierros en el referido Grupo 6D-XV. (Foto Prensa Libre: Edwin Román).

En este lugar se construyó la Plazoleta Norte, tipo de casa de estilo teotihuacano, que consiste en al menos cuatro estructuras rodeando un patio, con el mencionado altar en el centro de este. Esta casa fue ocupada por sus habitantes hasta el año 450 al 500 d. de C. y antes de abandonarla, todo el complejo fue cubierto con gran capa de material constructivo.

Conquista de Tikal

“La conquista de Tikal, probablemente, surgió de la relación compleja que las dos ciudades habían mantenido durante décadas previas la ‘entrada’ de teotihuacanos. La evidencia de la arqueología indica que sus líderes, probablemente, estaban conectados por matrimonio y alianza, y la conquista del año 378 representó una ruptura de esa antigua relación”, señala el antropólogo y epigrafista estadounidense David Stuart, de la Universidad de Texas, en Austin, uno de los autores del estudio.

Lea también: Más evidencias de la relación entre Tikal y Teotihuacán

“La coronación de Búho Lanzadardos -gobernante de Teotihuacán-, en el año 374, parece haber sido un punto de inflexión. Probablemente, también involucró a otros reinos mayas del Petén que eran aliados con Teotihuacán”, asevera. El altar recién descubierto “es un testimonio notable de su poder en la región del Petén en los siglos IV y V”, destaca.

“Es muy probable que la ciudad prepotente de Teotihuacán tenía relaciones estrechas con la dinastía de Tikal, según lo comprueba la arquitectura similar antes de la conquista. Sin embargo, el contacto cambió radicalmente de una forma más penetrante y agresiva en meses del año 378”, opina el arqueólogo y antropólogo estadounidense Stephen Houston, de la Brown University, también coautor del estudio.

“La evidencia del altar demuestra un enlace muy profundo, después de la conquista del 378, indicando una presencia foránea dominante y perdurable, así como de artistas, posiblemente, formados en Teotihuacán, o pintores provenientes de esa ciudad distante. Por tanto, Tikal y su dinastía formó parte de un ambiente ‘internacional’”, afirma Houston.

La arqueóloga Lorena Paiz, investigadora de PAST, muestra una de las ofrendas halladas en uno de los entierros del Grupo 6D-XV. (Foto Prensa Libre, Edwin Román).

Román expone que este entierro concuerda con la época de apogeo y de mayor expansión de la cultura teotihuacana en Mesoamérica. Este periodo es conocido como Tlamimilolpa Tardío (250-350 d. C.), época en el que, al parecer, existía una relación más estrecha entre la dinastía de Tikal con las elites teotihuacanas y mayas que vivían en la ciudad mexicana.

En este periodo en el sector de las columnas en Teotihuacán se sabe que vivían personas de la élite maya, pues se encontraron entierros, cerámica y murales que siguen las tradiciones mayas, refiere Román. “También se tiene evidencia de que en el área denominada El Barrio de los Artesanos de Teotihuacan se hallaron vestigios de que ese sector, posiblemente, estuvo ocupado por personas afines al área maya, pues se recuperaron muchos fragmentos de cerámica de las tierras bajas mayas”, explica.

La segunda etapa es la de Xolapán Temprano (350-450 d. de C.). Este periodo en Teotihuacán es muy álgido, y sabemos que durante este, las relaciones entre los mayas que vivían en Teotihuacán y la élite de esta ciudad no fueron de lo más cordiales, destaca Román. “Es probable que esta mala relación se extendiera hacia las élites de Tikal. Sin embargo, es posible, que las élites de Teotihuacán continuarán manteniendo mejor relación con otras ciudades mayas”, señala.

Las élites mayas vivieron en Teotihuacán y desempeñaron un papel importante en la dinámica sociopolítica de esta ciudad, hecho evidenciado alrededor del año 350 d. de C. por el entierro de una noble maya, cuyo rango mereció su entierro real en la Pirámide de la Luna, el segundo templo más relevante de Teotihuacán, se indica en el comunicado de prensa.

La arqueóloga Heather Hurst hace el dibujo de uno de los paneles del altar del Grupo 6D-XV. (Foto Prensa Libre: Lorena Paiz)

Asimismo, se ha demostrado que en la Plaza de las Columnas se han hallado diversos indicios de la presencia maya en el centro de la ciudad de Teotihuacán, debido a murales, cerámica y, posiblemente, personas que estaban vinculadas con la cultura maya.

El PAST, además, demostró que en el sector sur de Tikal se construyó una réplica de menor escala del grupo ceremonial denominado la Ciudadela de Teotihuacán, según se reveló en el 2021.

Trabajo futuro

“Como proyecto, seguimos interesados en conocer más sobre la relación entre Teotihuacán y Tikal, por lo que continuaremos los trabajos en el Grupo 6D-XV, sobre todo, en el sector sur, para entender el resto del grupo”, refiere Román.

Además, se iniciarán los trabajos en el grupo 6D-XVII que, al parecer, está asociado con esta casa teotihuacana, y sus murales (Grupo 6D-XV). El proyecto tiene planificado seguir trabajando en los sectores que datan del periodo Clásico Temprano y que no han sido plenamente estudiados; por ejemplo, la Acrópolis Sur y Templo VI, así como también las calzadas y el Grupo residencial 5D-XII. Este último, sin duda, fue muy importante durante el periodo Clásico Temprano, donde arqueólogos de la Universidad de Pennsylvania, en la década de 1960, localizaron la estela 29, en la que se observa la fecha de cuenta larga más temprana del área maya (11 de agosto del año 3114 a. de C.), expone Román.

Así mismo, en este sector se encontró el denominado Deposito Problemático 50, del cual se recuperaron muchos materiales afiliados a la cultura teotihuacana, incluyendo, el único incensario tipo teotihuacano completo encontrado en Tikal hasta la fecha.

“Este último grupo, las estructuras y gran parte del área no fue investigado por el Tikal Project, por lo que es posible que, con el tiempo, tendremos una visión más completa sobre cómo era la vida de Tikal durante el periodo Clásico Temprano y su relación con otras ciudades mayas y también con Teotihuacán”, destaca Román.

La presencia de arte y arquitectura con rasgos teotihuacanos y mayas se han localizado en varios grupos, principalmente, en el área de Mundo Perdido, así como estructuras donde se utilizó el estilo talud-tablero, que es muy representativo de la cultura teotihuacana.

“Después de tres años de investigación de este grupo, la atención se centrará en algunos edificios que lo rodean para buscar más evidencia de relaciones teotihuacanas con áreas lejanas en Tikal y determinar si existen otros edificios talud-tablero en los alrededores. Si bien en algún momento se piensa excavar el altar, lo primordial para el proyecto es la conservación de la pintura mural y estabilización de sus paredes”, señala la arqueóloga Lorena Paiz Aragón, coautora del artículo e investigadora de PAST. Dicha pintura mural, destaca, es, hasta la fecha, la única de su tipo para las tierras bajas mayas.