¿Qué es primero, la oferta o la demanda?

¿Qué es primero, la oferta o la demanda?

En países con regiones olvidadas, un nuevo vuelo puede cambiar la historia de varias comunidades.

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26/05/2025 00:01
Fuente: Prensa Libre 

En más de tres décadas de trayectoria en la industria aérea y turística, he escuchado argumentos conservadores, he enfrentado regulaciones difíciles y he negociado con todo tipo de actores públicos y privados. Pero nada me ha sorprendido tanto como la siguiente frase utilizada por algunos funcionarios con relación a la expansión de la conectividad: “No pongas más capacidad aérea porque no tenemos suficientes hoteles”.


Esta frase obliga a reflexionar sobre cómo se debe concebir el desarrollo económico, particularmente en países en desarrollo. Al retrasar una mayor conectividad, ¿a quién se prioriza? ¿Al turista que aún no llega, al hotelero que teme competencia o al ciudadano que necesita empleo e inversión?


El falso dilema: si no hay hoteles, no atraigas turistas.

Este razonamiento es tan común como equivocado. A lo largo del continente sobran ejemplos que prueban que cuando se incrementa inteligentemente la conectividad aérea, se detona una cadena positiva de valor. Desde nuevos hoteles hasta proveedores locales, guías, restaurantes, transportistas y eventos culturales.


En Cancún, la llegada de aerolíneas de bajo costo y el aumento de frecuencias internacionales a partir del 2000 no provocaron un colapso hotelero, sino todo lo contrario: la oferta hotelera se duplicó y con ello, el empleo formal. En Colombia, ciudades como Medellín y Cartagena se transformaron a partir de la apertura aérea, resultando en más turistas e inversión hotelera.


Entonces, ¿por qué temer a este crecimiento? La clave está en la visión de Estado. El desarrollo turístico debe gestionarse desde la anticipación estratégica; no desde el temor a la saturación. La respuesta no debe ser “no pongas más vuelos”, sino “¿qué podemos hacer para atraer mayores inversiones, que redunden en la expansión de la capacidad hotelera y el ingreso de más turistas al país?


Para ello, se requiere que el Estado adopte un rol de facilitador, con acciones como:
• Incentivos fiscales temporales para desarrollos hoteleros
• Alianzas público-privadas para servicios turísticos
• Promoción activa en ferias internacionales
• Simplificación de permisos de inversión y construcción
• Identificación de capital internacional dispuesto a entrar en destinos con potencial

En turismo, la respuesta de “¿qué va primero?” es clara: el liderazgo visionario.

El rol de la conectividad: motor de desarrollo.

La conectividad aérea es más que asientos y horarios. Es la herramienta que acorta distancias, reduce desigualdades regionales y activa economías locales. En países con regiones olvidadas, un nuevo vuelo puede cambiar la historia de varias comunidades.


Un aeropuerto con mayor tráfico no solo justifica más hoteles. También detona infraestructura vial, servicios logísticos, comercio, salud y educación. En El Salvador, por ejemplo, la apuesta por un nuevo aeropuerto regional ha venido acompañada de una narrativa clara: si conectamos más, creceremos más. Y si crecemos más, tendremos más motivos para que el capital confíe.


¿Quién se beneficia?

Algunos temen que el crecimiento solo beneficie a grandes cadenas hoteleras o capital extranjero. Pero la experiencia demuestra que en destinos donde el turismo se multiplica, crecen también pequeños emprendedores locales, quienes participan activamente en el ecosistema. El problema no es crecer, sino no planear el crecimiento.


Conclusión: el huevo, la gallina… y el liderazgo.

En turismo, la respuesta de “¿qué va primero?” es clara: el liderazgo visionario. Quien entiende que la demanda se puede estimular entiende también que la oferta se puede construir. Y que el bienestar colectivo no se logra deteniendo el desarrollo, sino gestionándolo inteligentemente. No podemos dejar que el miedo de unos cuantos limite las oportunidades de muchos.


La industria aérea está lista para aumentar la conectividad, en un marco que garantice la seguridad aérea. La pregunta es si nuestros gobiernos están listos también para emprender ese
vuelo.