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El aumento de la inflación expone los riesgos de las amenazas arancelarias de Trump
Nuevos datos que muestran un incremento de los precios el mes pasado podrían ser presagio de costos aún más altos si el presidente de EE. UU. impone aranceles elevados el 1 de agosto.
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Los elevados aranceles del presidente Donald Trump han empezado a sentirse en los bolsillos de los consumidores, subiendo los precios mientras la Casa Blanca prepara una expansión más drástica —y potencialmente costosa— de su guerra comercial global.
Los riesgos de la estrategia económica de Trump comenzaron a manifestarse el martes, con la publicación de datos que revelaron que la inflación se había acelerado en junio. Los precios subieron notablemente en electrodomésticos, ropa y muebles, todos ellos productos muy vulnerables a los impuestos del presidente sobre las importaciones procedentes de Canadá, China y otros grandes socios comerciales.
El informe sobre la inflación contradijo las continuas afirmaciones de Trump de que los estadounidenses no enfrentarían repercusiones financieras por su política comercial, que es cada vez más agresiva. Desde que asumió el cargo, el presidente ha impuesto aranceles devastadores a aliados y adversarios por igual, con impuestos adicionales sobre una serie de productos como los automóviles y el acero.
La más reciente lectura del Índice de Precios al Consumidor registró los primeros indicios de lo que los economistas han pronosticado desde el principio, con las empresas y los consumidores estadounidenses asumiendo una proporción cada vez mayor de la carga de los impuestos que Trump ha establecido sobre las importaciones.
Los datos también podrían representar una nueva señal de alerta para el presidente mientras prepara otra ronda de aranceles para decenas de países en unas dos semanas, incluyendo un impuesto del 30% a la Unión Europea. Algunos expertos dijeron que un repunte de la inflación podría anticipar aumentos de precios más significativos más adelante, sobre todo si Trump procede como tiene previsto.
“Hasta antes de este informe, se podría haber dicho que la inflación iba en camino descendente”, dijo Padhraic Garvey, quien encabeza el equipo de análisis de ING para América. “Ahora estamos en un camino ascendente”.
El informe publicado por la Oficina de Estadísticas Laborales no fue inmediatamente “condenatorio” para el gobierno de Trump, dijo Garvey, pero añadió que la tendencia no auguraba nada bueno para la Casa Blanca y que a Trump le resultaría cada vez más difícil negar que sus políticas estaban afectando a los precios.
La Casa Blanca optó por intentar restar importancia al último indicador de inflación, que mostró que los precios subieron en general un 2,7 por ciento respecto a hace un año, el ritmo más rápido desde febrero.
Karoline Leavitt, secretaria de prensa de la Casa Blanca, se enfocó en un solo componente del informe —una medida de los precios al consumo que excluye productos volátiles como los alimentos y la energía— cuando dijo el martes que la inflación se había mantenido en línea con las expectativas de los analistas.
“Las cifras estuvieron muy bien, muy dentro del margen”, dijo Trump más tarde a los periodistas. “Así que no hemos tenido inflación. Lo único que tenemos es, que estamos haciendo una fortuna”.
Los economistas llevan meses pronosticando que los aranceles del presidente podrían desestabilizar la economía estadounidense, agitar los mercados financieros, frenar el crecimiento del país y poner en peligro un mercado laboral saludable, todo ello provocando un aumento de los precios. Pero Trump ha descartado repetidamente esas advertencias, al tiempo que celebra que sus aranceles han contribuido a generar miles de millones de dólares para el gobierno.
En un principio, la posibilidad de una reacción fuerte hizo que Trump suspendiera su primer paquete de aranceles exorbitantes pocos días después de anunciarlos en abril. Pero la pausa, cuyo objetivo era ganar tiempo para que el gobierno negociara acuerdos comerciales, produjo pocos convenios. Frustrado por el ritmo de las conversaciones, Trump empezó a retomar sus amenazas arancelarias este mes en una serie de cartas que establecían un nuevo plazo para el 1 de agosto.

Junto con la Unión Europea, los principales socios comerciales de Estados Unidos podrían enfrentar fuertes incrementos de los impuestos sobre sus importaciones en unas cuantas semanas. Los aranceles sobre algunos productos canadienses aumentarían hasta el 35 por ciento, y los impuestos sobre determinados productos mexicanos se fijarían en el 30 por ciento. Otros países, como Brasil, Japón, Corea del Sur y Tailandia, también se verían sometidos a aranceles elevados.
Gregory Daco, economista jefe de la consultora EY-Parthenon, estimó que la tasa arancelaria promedio podría aumentar hasta alrededor del 21 por ciento después del 1 de agosto. Eso podría suponer un “riesgo importante para la economía”, afirmó.
El martes, algunos de esos riesgos empezaron a adquirir visibilidad.
Aunque los precios generales solo subieron ligeramente el mes pasado, algunos de los incrementos fueron más pronunciados en productos específicos que suelen ser vulnerables a los aranceles. Los precios del mobiliario doméstico subieron un 1 por ciento, bastante más que el 0,3 de mayo. Los precios de los electrodomésticos subieron un 1,9 por ciento, frente al 0,8 por ciento. Los precios de las prendas de vestir, que habían estado bajando, revirtieron su curso y aumentaron un 0,4 por ciento en junio.
Daniel Hornung, quien fue director adjunto del Consejo Económico Nacional del presidente Joe Biden, señaló que los datos mostraban los “signos iniciales claros de los efectos de los aranceles”. Añadió que, “de cara al futuro, es probable que esos efectos aumenten”.
Analistas de Goldman Sachs concluyeron de manera similar este mes que los consumidores podrían absorber una mayor parte de los costos de los aranceles del presidente a medida que se implementaran por completo. Para diciembre, la tendencia podría hacer que la tasa de inflación —que se mide utilizando un indicador clave preferido por la Reserva Federal— fuera un punto porcentual más alta de un año a otro de lo que habría sido sin aranceles elevados, según el informe.
Aun así, Trump pareció ignorar esos datos cuando entró a redes sociales el martes para afirmar una cosa: “Precios al Consumo BAJOS”.
Trump acompañó el comentario con una renovada exigencia de que la Reserva Federal baje inmediatamente las tasas de interés, que el banco central ha mantenido sin cambios mientras trata de garantizar que los aranceles del presidente no empeoren la inflación. La Reserva Federal ha mantenido la cautela en los años posteriores a la pandemia de coronavirus, cuando la inflación alcanzó un máximo de cuatro décadas del 9 por ciento.
Esta actitud de espera ha enfurecido a Trump, quien en los últimos meses ha arremetido contra el presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell. El presidente repitió muchos de esos ataques el martes, diciendo a los periodistas que Powell había hecho un “trabajo terrible”, mientras exigía tasas de interés más bajas.

Anteriormente, el mismo día, el secretario del Tesoro, Scott Bessent, dijo que la Casa Blanca había iniciado el proceso para identificar al sustituto de Powell, a pesar de que su mandato no termina hasta mayo. Bessent es considerado uno de los candidatos al puesto.
Incluso algunos de los aliados del presidente admitieron que parecía poco probable que hubiera un recorte de tasas en la próxima reunión de la Reserva Federal este mes, ahora que hay pruebas de que los aranceles de Trump han afectado a los precios en toda la economía. Stephen Moore, economista conservador y exasesor de Trump, dijo que el informe sobre la inflación estaba “bien”, pero seguía mostrando que “la lucha contra la inflación tampoco ha terminado”.
Moore predijo que era probable que la Reserva Federal “se mantuviera firme” en su próxima reunión, cosa que podría enfadar de nuevo al presidente. Sin embargo, Moore dijo que la Casa Blanca debía actuar con cautela, ya que una mayor aceleración de la inflación podría poner “nerviosos” a consumidores e inversores.
“Creo que Trump y esta Casa Blanca tienen que estar muy atentos para asegurarse de que la inflación no llegue al 3 o 4 por ciento, o la gente empezará a pensar: ‘Estas políticas son un fracaso’”, afirmó Moore.
Alan Detmeister, un economista que anteriormente trabajó en la Reserva Federal, dijo que esperaba que las presiones sobre los precios se intensificaran durante el verano, aunque señaló que siempre había volatilidad en los datos mensuales como el informe periódico del gobierno sobre la inflación. Detmeister dijo que una referencia de la inflación, el índice de gastos de consumo personal preferido por la Fed, probablemente acabaría subiendo hasta alrededor del 3,4 por ciento una vez que se descartaran los precios de los alimentos y la energía.
Sin embargo, su proyección asume que las amenazas arancelarias de Trump de la semana pasada no se harán realidad. De implementarse, la inflación “subyacente” podría superar el 4 por ciento en el segundo trimestre del próximo año, advirtió Detmeister.
“Podría tener un impacto muy grande”, dijo, “y es probable que continúe durante bastante tiempo”.