El verdadero enemigo de Guatemala

El verdadero enemigo de Guatemala

¿Quién sacude el frasco?

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Resumen Automático

30/04/2025 00:00
Fuente: Prensa Libre 

Hay un experimento social que consiste en meter hormigas negras con hormigas rojas en un mismo frasco para observar qué pasa cuando alguien, desde fuera, sacude el frasco. Antes de ser agitadas, ambos grupos de hormigas coexistían sin problema. Pero cuando las sacudían, las hormigas negras comenzaban a atacar a las rojas, y viceversa, movidas por el miedo de que el otro grupo representara una amenaza. Mientras ambas dedicaban su energía a atacarse entre sí, no se daban cuenta de que el verdadero enemigo era quien había sacudido el frasco.

¿Quién sacude el frasco?

Esta es la pregunta que debemos hacernos frente a lo que hemos vivido desde 2023: unas elecciones turbulentas donde competidores fueron retirados a mitad de la contienda porque no convenían, donde en primera vuelta quedó alguien que no era parte del “grupo” y la misión fue sacarlo, y en segunda vuelta, debilitar instituciones tan sagradas como el voto, las elecciones, la autoridad e independencia del Tribunal Supremo Electoral, la ley electoral —que es constitucional—, la independencia de poderes, el Estado de derecho y el debido proceso.

Estas instituciones son sagradas porque nos costaron sudor y sangre. Cuando era pequeña, Guatemala vivió tiempos aún más oscuros que los actuales, mucho más. Las dictaduras militares represivas se impusieron de distintas formas y durante muchos años. El común denominador era el imperio del miedo: no diga lo que piensa, no rete al sistema porque será etiquetado de “izquierda”, no opine, preocúpese solo por usted y su familia. Si ve pobreza o abusos, agache la cabeza. Si usted y su familia están bien, lo demás no importa.

¿Quién sacude el frasco?

Nuestra democracia es joven, apenas desde 1985. Joven, aprendiendo y llena de errores. Como dicen, la democracia es un sistema fatal para organizar a una sociedad, pero sigue siendo el mejor que conocemos hasta hoy. Las nuevas generaciones no saben lo que es vivir sin democracia, y tristemente los adultos hemos olvidado los grandes sacrificios de quienes lucharon para que hoy podamos construir nuestra libertad.

La corrupción nos ha robado tanto que ahora amenaza con robarnos también la democracia. No se trata de Arévalo; él es el presidente de hoy. Se trata de nuestras instituciones, y que, si las destruyen, destruyen también la oportunidad de tener mejores elecciones mañana.

Conversaba hace poco con una amiga nicaragüense que vive en Holanda y que, tristemente, no puede volver a su país. Me contaba su historia, tan parecida a la nuestra. Ya sabemos a dónde lleva el camino de la división.

Al inicio, Ortega fue apoyado por el sector privado y los empresarios. Cuando logró tener el poder absoluto, cerró cámaras empresariales, sacó a la Iglesia, clausuró universidades. No se vale que un país genial, lleno de buenas personas y una naturaleza asombrosa, esté secuestrado por la ambición y los intereses de unos pocos, sin instituciones que permitan salir de esa pesadilla.

Ya sea que seamos indígenas, mestizos, empresarios, académicos, prensa u otros, hoy más que nunca debemos tener claro que debemos valorar más el estar juntos que el estar de acuerdo. Encontrar un piso mínimo de causa común: democracia y Estado de derecho. Sobre ese primer piso podremos construir el segundo, pero sin base, todo se derrumba.

Vamos a necesitar mucha humildad y apertura desde cada sector. Recordemos: el enemigo no es quien es distinto a mí. El enemigo es quien sacude el frasco. Un país se hereda por lo que hicimos, por lo que deshicimos y también por lo que nunca nos atrevimos a hacer. Cada decisión, cada omisión, será parte de la historia que otros vivirán.