Irán, peor bastión del distorsionado islamismo

Irán, peor bastión del distorsionado islamismo

Este artículo comenta a Medio Oriente hasta ayer por la tarde. Pero puede haber sorpresas antes de las dos semanas.

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Resumen Automático

20/06/2025 00:04
Fuente: Prensa Libre 

Todo ciudadano medianamente interesado en las consecuencias mundiales de decisiones tomadas en cualquier parte, necesita siquiera un mediano conocimiento de geopolítica mundial. La peligrosísima agitación de casi todo el Medio Oriente puede afectar bélicamente a esa región, centro de agitación desde tiempos bíblicos y en este momento distorsionado en sus principios por el fanatismo y por la peligrosa mezcla de religión y fanatismo. En Guatemala, por ejemplo, ya está a punto de subir el precio de la gasolina, y ello traerá efectos indudables, inevitables y derivados de decisiones de personajes políticos de esa zona, además del criterio, decisiones y amenazas de Donald Trump, independientemente de si se le apoya o rechaza en su tácito reinado.

Tampoco es posible apoyar o rechazar, entender o justificar las decisiones de dos de los mandamases, Netanyahu, de Israel, y el ayatolá Alí Jamenei, de Irán, quien desde 1989 gobierna con una mezcolanza de fanatismo religioso, con sed de venganza político-histórica, además de racista, misógino y, por tanto, con rechazo y odio a las mujeres y lo femenino. A Irán, país milenario mencionado en la Biblia, el islamismo llegó en el siglo VII y los ayatolás se apoderaron con la revolución causante del derrocamiento del sah de Irán, Mohammed Reza Pahlevi, quien se volvió un paria rechazado en todo el mundo. Entre el islamismo, judaísmo y cristianismo está el valor y el respeto a la vida humana, dicho esto en un muy breve resumen de la reciente vida iraní.

Jamenei ha prometido eliminar con bombas atómicas a Israel, y este se preparó en forma secreta durante meses a infiltrar comandos en Irán, y a preparar un ataque sorpresivo con el cual destruyó la marina y la totalidad de la fuerza aérea de Irán y sus instalaciones nucleares, dejándolo en situación dificilísima porque en el ataque, preparado en secreto, murieron jefes militares y científicos nucleares, provocando, según analistas, su huida y la de su familia al interior de una montaña y, de ser destruidas, convertirse en mártir y afianzar el fanatismo de sus seguidores. Nadie con pensamiento sereno duda del peligro mundial de incrementar la cifra de países con armas atómicas, y sobre todo donde impera ese fanatismo ciego para el cual la vida humana no tiene de hecho valor alguno.

El asunto se complica debido a Trump, quien afirmó poder matar a Jamenei, pero no todavía, para darle una oportunidad. Sin embargo, ayer la vocera confirmó la afirmación de su jefe de “tomar la decisión de hacerlo o no en dos semanas”. A mi juicio, en el círculo político interno ya hay divisiones de apoyadores y opuestos, pues estos últimos califican el ataque como un acto injustificado de guerra porque Irán no ha bombardeado a Estados Unidos y entonces necesita de un permiso del Congreso, como sí ocurrió con Pearl Harbor en 1941 y con Vietnam. Una confrontación será impopular y si es una decisión monárquica absoluta, será un acto bélico injustificado, o sea crimen de guerra. Piensa en una confrontación rápida, igual a Putin, cuyos pocos días contra Ucrania acaban de cumplir tres años de matanza de civiles inocentes y daños económicos graves.

Jamenei puede volverse fiera herida y rodeada. Trump quiere una guerra sin muertos entre sus militares —algo irracional por imposible— para no aumentar su ya descendente apoyo interno. Todos los participantes han realizado acciones inaceptables, rechazables, pero las amenazas del ayatolá hacen explicable la acción de Israel. En Tel Aviv ya cayeron misiles iraníes, aunque el 90% fue destruido por su sistema de defensa, fallido durante el ataque de represalia. Israel pelea por su subsistencia; Irán, por el fanatismo e irracionalidad de sus jefes político-religiosos, ejemplifica la gravedad de mezclar estos factores. Dicho esto, reitero: es imposible defender con vehemencia a ninguna de las partes donde los inocentes son las mayores víctimas.

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