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Todos los caminos van a la economía
Las negociaciones con China van a otra ronda, igual que con los países como Guatemala, que deben esperar su lugar en fila.
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Nadie puede acusar a Donald Trump de ser aburrido, dice un artículo de la revista The Economist acerca de una periódica evaluación de desempeño y percepción del presidente de Estados Unidos, que incluye a Trump pero también a sus antecesores. En estos días es la ofensiva antimigrantes en Los Ángeles y otras ciudades lo que más genera titulares, tendencias y etiquetas digitales. Pero, a la larga, no es el tema migratorio el que históricamente más ocupa y preocupa al público estadounidense. Sí fue clave en campaña, con todo y prejuicios implícitos, pero al final de cuentas fue la economía lo que marcó altas expectativas sobre el magnate.
Para hoy se espera la resolución de una corte federal de la demanda del gobernador de California para que se retiren los efectivos de la Guardia Nacional estatal, federalizados por orden de Trump ante los disturbios originados por redadas en Los Ángeles. Este fallo crispará los ánimos, sea cual sea. Pero, además, ya se empiezan a registrar alzas en precios y dificultades en cadenas de distribución de productos, debido al ausentismo de trabajadores migrantes que temen ser detenidos. Ello reduce productividad en rastros, plantas de procesamiento de carnes, campos de cultivo y empacadoras de alimentos, con un efecto sobre el consumidor. Y cabe recordar que si California fuera un país, sería la sexta economía mundial.
La guerra arancelaria se quedó atrincherada en el 10% unilateral, pero hay recientes gravámenes a la importación de acero y aluminio. Para proteger a la industria local, que no suple toda la demanda nacional, se afecta a la de alimentos y bebidas enlatadas. ¿Quién pagará la diferencia? Las negociaciones con China van a otra ronda, igual que con los países como Guatemala, que deben esperar su lugar en fila.
En el plano global, prosigue el ataque de Rusia a Ucrania. A pesar de que, de candidato, Trump dijo que lo resolvería en dos semanas, a 143 días de haber jurado en el cargo parece haber muy poca influencia o poco interés de la Casa Blanca en la situación. Hay muchísimo enfoque en el apoyo a Israel, pero la crisis humanitaria en la Franja de Gaza hace ruido a una eficaz gestión del alto al fuego bombardeado por mutuos incumplimientos y acusaciones.
De vuelta a Washington, existe otro asunto crucial sobre el cual Trump tiene “grandes y hermosas” expectativas, aludiendo así al nombre de su proyecto fiscal “Big and beautiful bill”, que el Congreso republicano aprobó por 215 votos contra 214. Este plan incluye el desaconsejable impuesto a las remesas, descuentos fiscales para millonarios, recargos impositivos a la clase media, así como recortes a la atención de salud que pondrán en predicamento a millones de ciudadanos. Para más ruido están las diatribas del excorifeo, exfuncionario y examigo de Trump, Elon Musk, quien ahora critica el plan fiscal y amenaza con ofensivas legales.
Por si fuera poco, el decreto fiscal debe ser aprobado por el Senado. Sin embargo, en la Cámara Alta ya se habla de modificar hasta en un 40% su contenido. Tal cantidad de cambios impactaría en muchos planes del mandatario, incluyendo el aumento de presupuesto a las operaciones antimigrantes. Aunque no lo parezca, corre contra reloj para lanzarlo el 4 de julio y no parece tener aún la suficiente fuerza inercial en el Senado. Y es que en el 2026 se elegirán 436 escaños del Congreso y un tercio de la Cámara Alta; será cuando acciones y resultados pasen factura. Y a la larga, el tema que más ocupa al votante estadounidense no es Ucrania ni la migración. ¡Siempre es la economía!