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El beso al cielo de Sor Geneviève: la monja que amó al Papa Francisco como a un hermano
Entre una multitud de ciento veintiocho mil almas, una figura frágil pero luminosa se abrió paso por cuarta vez en la Plaza de San Pedro para despedirse del hombre al que siempre llamó “padre, hermano y amigo”. Con una mochila verde al hombro, zapatos gastados y una mirada azul aún llena de lágrimas, Sor Geneviève […]
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Entre una multitud de ciento veintiocho mil almas, una figura frágil pero luminosa se abrió paso por cuarta vez en la Plaza de San Pedro para despedirse del hombre al que siempre llamó “padre, hermano y amigo”. Con una mochila verde al hombro, zapatos gastados y una mirada azul aún llena de lágrimas, Sor Geneviève Jeanningros, la pequeña hermana de Jesús, volvió a rendirle homenaje al Papa Francisco con un gesto sencillo y lleno de amor: un beso lanzado con la mano, en silencio, desde la fila de los fieles.
Era el mismo rincón en el que, días antes, se había hecho viral su imagen llorando frente al féretro del Pontífice, rompiendo el protocolo con la misma ternura con la que siempre rompieron esquemas ella y el Papa. Esta vez, no dio declaraciones, no hizo discursos, solo compartió: “Muchas personas me han dicho: cuando vayas a ver al Papa, llévanos contigo. También lloré por ellos”.
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UNA AMISTAD SIN FRONTERAS
A sus casi 82 años, Sor Geneviève no necesita títulos ni honores. Su vida ha sido una constante entrega a quienes el mundo suele ignorar. Es el “ángel de los feriantes y gitanos, de los pobres y transexuales” de Ostia, donde ha vivido en una caravana durante años, entregada por completo al trabajo pastoral entre los más vulnerables.
Fue precisamente esa cercanía con el dolor y la exclusión lo que la conectó profundamente con Jorge Mario Bergoglio. Entre ambos nació una amistad entrañable, tejida con llamadas, risas, gestos sencillos y un profundo respeto mutuo. Francisco la llamaba por teléfono, la ayudaba, y hasta se burlaba cariñosamente de ella con chistes que revelaban cuánto la conocía y cuánto la quería.
“¿Qué hace aquí sor Geneviève? ¿Doma a los leones?”, preguntó una vez el Papa, en broma, al verla entre los asistentes del circo en Ostia. En otra ocasión, al verla con el brazo vendado, le preguntó con una sonrisa: “¿Y te duele el suelo?”, después de que la monja confesara haberse caído. Historias que hoy resuenan con nostalgia, pero también con gratitud.
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UN ADIÓS IMPOSIBLE
“Lo quería mucho”, dice Geneviève con voz temblorosa, mientras se niega a hablar de ese momento íntimo frente al féretro. “No puedo hacerlo… es demasiado. Le he querido demasiado, eso es todo”. Habla bajito, con el acento francés que no ha perdido a pesar de tantos años en Roma. Prefiere el silencio a las entrevistas, pero accede a compartir una pequeña memoria con los medios vaticanos, no para hablar de ella, sino para rendir homenaje a quien considera un “gran” Papa.
“Echaré de menos sus ojos, su mirada, cuando me decía que siguiera adelante. Y también su ayuda. Vinimos muchas veces… Su acogida no tenía límites. Y luego, mucha esperanza”.
Esa mañana, la hermana Geneviève volvió a rezar ante su amigo. Al terminar, le mandó un beso al cielo. No necesitaba palabras. Ya lo había dicho todo con sus lágrimas, su fidelidad y su presencia constante. “Siempre digo que era un padre, un hermano, un amigo. Todo el mundo lo echará de menos. Y se nota. Me emociona ver a tanta gente”.

UNA DESPEDIDA COMPARTIDA
A su lado estaba Laura Esquibel, de Paraguay, otra presencia que conmovió a los presentes. “Fui la primera transexual en darle la mano al Papa Francisco. Lo vi siete veces, comimos juntos”, contó. Y entre risas recordó cómo el Papa elogiaba sus empanadas: “Ah sí, claro, yo las cocinaba de vez en cuando y se las mandaba. Lo quería mucho”.
Ambas mujeres representan el rostro humano del legado de Francisco. Un Papa que abrazó sin juzgar y que rompió muros con gestos simples. En ese último adiós, fueron ellas, las de los márgenes, quienes le rindieron el tributo más sincero.
Geneviève, con su corazón de hermana, se despidió por todos. “Muchos me dijeron: llévanos contigo… y así se lo confié todo”, resaltó.
*** Con información de Vatican News.