El martes, horas después de conocerse la noticia de que Ozzy Osbourne, cantante y estrella de telerrealidad, había muerto a los 76 años, sus seguidores se reunieron en Birmingham, Inglaterra, su ciudad natal. Acudieron a decorar el Banco de Black Sabbath, una atracción turística cercana al puente de Black Sabbath, dos de los muchos monumentos de la ciudad dedicados a Osbourne y sus compañeros de banda.

Algunos habían depositado ramos de flores en la base del banco. Otros habían dejado carteles caseros con tributos (“¡Gracias Ozzy!”). Y otros pusieron botellas de cerveza a lo largo de la acera, como si brindaran por Osbourne, cuyo consumo de alcohol y drogas era célebre.

A la 1.45 horas del miércoles, una ecléctica pandilla de fans que reflejaba el amplio atractivo de Osbourne seguía arremolinándose en torno al santuario. Una amante del heavy metal lloraba mientras decía que había escuchado las canciones de Osbourne desde la infancia. Una turista mexicana interrumpió sus vacaciones y manejó cuatro horas para tomarse selfis junto al banco. Y también acudió Drake, el rapero canadiense, que estaba en Birmingham de gira.

Drake salió de un coche con las ventanillas oscuras, se paró junto al banco y luego vertió un poco de tequila en el suelo. “Solo vine a presentarle mis respetos a alguien que vivió al máximo”, dijo Drake en una breve entrevista, y añadió que Osbourne era un referente cultural, incluso para quien no conocía su música.

No hay muchos en Birmingham que no conozcan el catálogo del cantante. Nacido allí en 1948, en el seno de una familia de clase trabajadora, Osbourne es uno de los hijos más famosos de la ciudad y la situó en el mapa como cuna del heavy metal.

Osbourne creció en una pequeña casa en un suburbio de Birmingham y durante un tiempo trabajó en un matadero de la ciudad. Tras formar Black Sabbath en 1968 con otros músicos de Birmingham, Tony Iommi, Geezer Butler y Bill Ward, no tardó en hacer giras internacionales, siendo pionero del heavy metal con canciones que mezclaban riffs de rock duro y su característico aullido lúgubre. Cuando se convirtió en estrella de la telerrealidad con el programa de MTV “The Osbournes”, vivía con su familia en Beverly Hills, California.

El miércoles, los fans también se reunieron en el Museo y Galería de Arte de Birmingham, que alberga una exposición sobre Osbourne, y esperaron en fila para escribir homenajes en un libro de condolencias. Uno le da las gracias a Osbourne por “unir a una comunidad de inadaptados”. Otro decoró su tributo con dibujos de murciélagos.

Muchos seguidores reunidos en el banco, y en los murales de Black Sabbath de la ciudad, dijeron que la conexión del cantante con Birmingham explicaba la profundidad de los sentimientos que generó su fallecimiento.

Sam Marlow-Kent, comediante de 35 años, dijo que aunque el cantante se había mudado de la ciudad tras alcanzar la fama, “en realidad nunca nos abandonó”.

“Siempre hacía donativos a causas locales”, dijo. Y añadió: “No hay muchas celebridades de aquí de las que uno pueda sentirse orgulloso, pero él lo era”.

Sunny Randhawa, de 42 años, encargado de un bar, dijo que Osbourne simbolizaba Birmingham igual que los Beatles representaban Liverpool. “Era un Brummie”, dijo utilizando un término cariñoso para referirse a un nativo de Birmingham. Según Randhawa eso significaba que Osbourne era a la vez salvaje y con los pies en la tierra.

Steve Hoderin, de 64 años, un camionero que vistaba lugares relacionados con Osbourne con sus dos hijas, dijo que el cantante había aportado “una felicidad” a la música rock y le había ayudado a superar sus propias emociones oscuras. Hoderin, que tenía los brazos cubiertos de tatuajes, dijo que ahora también quería hacerse uno de Osbourne. “Ya era hora”, dijo.

Durante gran parte de la vida de Osbourne, la idea de que Birmingham pudiera celebrarlo a él, o a sus compañeros de banda, parecía descabellada. Cuando surgió Black Sabbath en la década de 1970, algunos críticos musicales británicos se quedaron perplejos ante el estilo y la imaginería satánica de la banda, y los periódicos sensacionalistas condenaron el estilo de vida extremo de los músicos.

Sin embargo, en los últimos años, los museos de la ciudad han acogido exposiciones sobre la banda. El Ballet Real de Birmingham ha actuado con temas de Black Sabbath. Artistas han pintado murales de Osbourne por toda la ciudad. Y hace solo unas semanas, el alcalde de Birmingham le concedió a Osborne y a sus compañeros de banda el máximo reconocimiento local, el Freedom of the City.

Hace poco, Osborne devolvió ese amor. A principios de este mes, ofreció una última actuación en un estadio de fútbol cerca de la casa de su infancia, una aparición que fue el clímax de un festival de 10 horas llamado “Back to the Beginning”. Según se informó, el festival recaudó 190 millones de dólares para un hospicio de Birmingham, así como para organizaciones sin fines de lucro que trabajan para curar la enfermedad de Parkinson, afección que el cantante reveló que padecía en 2019.

Muchos seguidores dijeron que, en realidad, Osbourne siempre les demostró su cariño al ser fuente de orgullo e inspiración.

Olly Overton, de 31 años, propietario de un sello discográfico que presentó sus respetos en el museo, recordó la primera vez que escuchó a Black Sabbath cuando era niño. “Encendía el tocadiscos y lo ponía una y otra vez”, dijo.

Más tarde, cuando fue adolescente en una banda local, conoció a Osbourne mientras ensayaban en un estudio local. Era “la persona más humilde de la historia”, dijo Overton de Osbourne. “La gente dice que es el príncipe de las tinieblas, pero para nosotros siempre será el príncipe de Birmingham”.