Un vacío significativo

Un vacío significativo

Después de muchas décadas en las que el mundo se esforzaba por cimentar la democracia en busca de ofrecer a todos igualdad de oportunidades, es notable el viraje que se ha dado en la política mundial dejando atrás aquellos sueños de igualdad ante la majestad de la ley para la promoción del bien común. Ante […]

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22/04/2025 09:57
Fuente: La Hora 

Después de muchas décadas en las que el mundo se esforzaba por cimentar la democracia en busca de ofrecer a todos igualdad de oportunidades, es notable el viraje que se ha dado en la política mundial dejando atrás aquellos sueños de igualdad ante la majestad de la ley para la promoción del bien común. Ante las primeras señales de ese cambio, una voz que se mantuvo fiel a los principios e insistía en garantizar el respeto a los derechos de todos y cada uno de los individuos de la raza humana fue la del Papa Francisco, quien desde su destacada posición insistía, todo el tiempo, en la necesidad de consolidar un mundo incluyente.

En los tiempos en que tanto el Viejo como el Nuevo Testamento fueron escritos, la humanidad era totalmente distinta a la que hoy vemos; en ese tiempo la mujer no jugaba ningún papel significativo más allá que el de procrear y alimentar a los hijos, mientras que los más pobres estaban obligados a cumplirle a sus amos, palabra que se usaba como la cosa más normal del mundo dado el nivel de sometimiento que había. Esas viejas tradiciones, elevadas a un podio muy especial por la tradición cristiana que se nutre de las que conocemos como Sagradas Escrituras, fueron parte de la lucha del Papa Francisco para convertir al catolicismo en un credo incluyente, respetuoso de los derechos de cada quien y promotor del bien común.

Y cabalmente en el mundo político actual todo ello está en peligro pues lejos de que prevalezca el derecho y la justicia, se impone el capricho y se expanden por el mundo las corrientes políticas más dictatoriales que pretenden destruir tradiciones que se han ido formando alrededor de ese respeto a los derechos de todos y la promoción del bienestar de cada uno de los individuos. Ante los gobiernos despóticos la voz del Pontífice, muerto esta semana, siempre se levantó con firmeza para insistir en los valores que él, desde el Vaticano, promovía como estandarte de una religión que también tuvo que ajustar muchas de sus prácticas para romper con esas escrituras hechas en tiempos donde el amo era el amo y la mujer no jugaba más papel que el de procrear.

Si aún en un mundo que avanzaba y cada día se volvía más democrático la voz del Papa Francisco fue alentadora de nuevas esperanzas, obviamente tenemos que reparar en el vacío que nos queda con su ausencia tras la dura y prolongada enfermedad que terminó con su vida y habrá que ver si el Cónclave se mantiene fiel a esos principios o cae en esa tendencia al despotismo que se propaga por el mundo.