Lo que es de todos no es de nadie

Lo que es de todos no es de nadie

La patria no se hereda. Se cultiva.

Enlace generado

Resumen Automático

16/04/2025 00:01
Fuente: Prensa Libre 

Hay canciones que no se olvidan. No porque se repitan, sino porque llegan justo cuando uno las necesita. Una tarde, mientras estudiaba, escuché una con un mensaje que, creo, todos los guatemaltecos necesitamos oír —especialmente en este tiempo de Semana Santa—: “Siempre quise ser cantor pa’ llevar en mi guitarra el paisaje de mi tierra y al hombre con su esperanza…”.


La letra me detuvo. No solo por lo que dice, sino por lo que sugiere: que hay personas que no viven para lucirse, sino para servir. Que usan lo que tienen —su voz, sus manos, su disposición— para llegar hasta donde más se necesita.


Hace unos días, mi amigo me recordó a los autores de la canción, así que conversamos sobre cómo el cantor no canta por cantar. Canta porque entiende que su oficio es útil. Que lleva en sus cuerdas un mensaje. Que hay lugares donde nunca llega nada, salvo lo que uno esté dispuesto a llevar.


Y entonces pensé en Guatemala. Pensé en nuestros ríos, en los árboles que aún resisten, en los barrancos llenos de basura, en los niños que juegan entre desechos. Pensé en la gente que camina junto al agua sucia como si ese paisaje fuera normal. ¿Y si no lo fuera? Si generar basura no fuera la norma, sino la excepción, ¿cómo sería Guatemala si cada río, cada árbol, cada rincón de tierra lo tratáramos como si fueran conscientes de que es nuestro deber cuidarlos?


Nos han enseñado —a veces sin decirlo, solo con los gestos, con las rutinas, con los ejemplos— que lo público no importa. Que, como “es de todos”, entonces no es de nadie. Que lo público es la calle rota, el parque descuidado o inexistente, el trámite que no avanza, el río contaminado. Aprendimos a mirar lo común con desconfianza. A no sentirlo como propio. A no defenderlo. Pero la canción nos deja otra enseñanza: “El cantor vale poco si no sabe a quién cantarle”.

¿Cómo sería Guatemala si cada río, cada árbol, cada rincón de tierra lo tratáramos como si fueran conscientes de que es nuestro deber cuidarlos?


¿A quién le hablamos cuando recogemos la basura en la calle? ¿A quién servimos cuando velamos por la salud del río? ¿A quién le cantamos cuando evitamos que un árbol sea talado? A todos. A los que aún no han nacido. A los que no tienen voz. A los que han perdido la esperanza. La canción no es política, es íntima. Pero puede ser fácilmente una declaración de principios. Un decálogo del servicio público, sin uniforme ni oficina. Habla de ir “hasta aquel poblao perdido en el medio de la nada” con las cuerdas bien templadas. Siempre listos. Con Integridad, proactividad y vocación de servicio.


¿Cuántas veces hemos escuchado que el Motagua “ya está perdido”? ¿O que “es imposible” cambiar la mentalidad de la gente sobre la basura? ¿O que “eso le toca al Gobierno”? Pero lo cierto es que lo público no cambia si no lo cambiamos nosotros. La patria no se hereda. Se cultiva. Imaginemos una mejor Guatemala. Una donde cada árbol se defienda como si fuera el último. Donde el servidor público entienda que su puesto no es un premio, sino una responsabilidad. Donde no se tira basura porque “nadie ve”, sino porque alguien sí la verá: tu hijo, tu vecino, tu reflejo en la historia.


Ser cantor, en este país, no es solo cantar. Es hacerse eco de lo invisible. Es llevar flores a donde nunca llegaron. Es cuidar lo público como se cuida lo propio.


Esta Semana Santa, vayás a donde vayás, llevá algo más que ropa: llevá conciencia. Si vas a una playa, a un río o a la montaña, no dejés basura. Si ves que alguien lo hace, decí algo. Y si podés recoger lo que no te pertenece, hacelo. Porque el país sí te pertenece. Porque es nuestro, es tuyo también.


No se trata solo de “no ensuciar”. Se trata de cambiar la relación que tenemos con el país que habitamos. Que esta Semana Santa sea un acto de cuidado, y de ser parte de una Guatemala donde lo que es de todos, por fin, sea lo más valioso.