Ubico: sagacidad y agradecimiento  

Ubico: sagacidad y agradecimiento  

En las dos columnas anteriores narré el encuentro del General Ubico con Don Carmelino y su hermano. Desde la perspectiva de su experiencia, Don Carmelino nos muestra un Ubico responsable y dedicado a su gente. Nos lo presenta como hombre justo y responsable. Ello es aceptable, pues cuando uno se topa con una figura que […]

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Resumen Automático

14/04/2025 09:00
Fuente: La Hora 

En las dos columnas anteriores narré el encuentro del General Ubico con Don Carmelino y su hermano. Desde la perspectiva de su experiencia, Don Carmelino nos muestra un Ubico responsable y dedicado a su gente. Nos lo presenta como hombre justo y responsable. Ello es aceptable, pues cuando uno se topa con una figura que le beneficia, se olvida de indagar sobre su existencia y proceder cotidiano. Carmelino nos muestra como cuando lo experimentado se califica con los ojos del alma, entonces se nubla la razón y entonces podemos crear de un hombre sin escrúpulos, de un cínico sin ideal político más que su gloria, y de principios a ello acomodados, un hombre ejemplar y justo, aunque la realidad muestre lo contrario. Acá el número pierde su valor: una buena acción vale más que miles malas y equivocadas. La gratitud se sobrepone a la maldad.

Pero esto también tiene su peligro y consecuencias. Cuando un solo hecho da espacio a la leyenda y el mito -eso lo saben y conocen muy bien tirarnos y hacedores de mal- con un caso ejemplar se trasforma la opinión pública de un hombre y otros más. Ese acto de bondad Ubiquista hacia Carmelino y su hermano, logrado a base de sagacidad y tacto, de notable capacidad administrativa, debe reproducirlo el tirano de cuando en cuando y por aquí y por allá entre la población más necesitada, aunque en todo lo demás se actué como hijo del diablo. Y es que, ante la necesidad de todo tipo, permite a las personalidades de buena fe y obrar, vaciar progresivamente el acto público de razón, dejándolo como una apreciación y satisfacción sentimental. Piense por un momento en el acto de la propaganda política: distribuir entre los necesitados alimentos, láminas, diversión, ablanda el cerebro y el logos calificador y analista de los beneficiados, que deja de fundarse en verdad y valor y permite en el interior de muchos de ellos surgir un: “no es tan malo como lo pintan; por algo será que no lo quieren; hasta llegar a una negación completa de toda maldad”. La experiencia personal que termina en algo positivo, siempre buscaba un espacio sentimental para dar sentido al juicio. Hechos y ejemplos de esta naturaleza se suceden desde los niveles de organización más básicos hasta los Superiores.

Es difícil para el ciudadano común, comprender las causas que llevan a los políticos y a las personas de mal comportarse a actuar de buen corazón. Pero no lo es para la ciencia, que conoce incluso del origen biológico de esta conducta de beneficio a pocos y de control sobre muchos. Cuando algo de bien procede del mal y se derrama sobre mi persona o unos cuantos, eso me propicia: minimizar, negar u olvidar, excesos y actos sin escrúpulos. Mire el caso del magisterio, la mayoría de maestros sigue a su líder porque en su opinión se preocupa por conseguirles aumentos, pero no analizan ¿será eso cierto? ¿Se debe a él realmente el logro? ¿Cuál es la verdad de sus actos?

Según muchos expertos, esa conducta emotiva en el humano tiene mucho de miedo e ignorancia, que solo rompiéndolos da lugar a una verdad más consistente. Al final, es el grupo el que hace perdurar y darle un sentido y contexto social y cultural a la conducta humana y permite calificar a alguien de bueno o de malo e incluso permutar ese estado de calificación. El agradecimiento se sobrepone a la razón.