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Efecto dominó
Francia, Reino Unido y Canadá tienen la intención de reconocer un Estado palestino y en el proceso podrían poner fin a la crisis humanitaria en Gaza.
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En septiembre del 2016, el profesor de Relaciones Internacionales Stephen Walt escribió en la revista Foreign Policy un artículo sobre sus cinco unicornios preferidos de política exterior. Los llama unicornios porque considera que son seres mitológicos que nunca veremos porque no existen. Uno de estos, el más controversial en ese entonces, fue el de una solución de dos Estados en el conflicto entre Israel y Palestina.
Su argumento se centraba en la falta de voluntad política de las potencias occidentales, específicamente Estados Unidos, que heredó los conflictos en el mundo árabe después del desastre que tanto franceses como ingleses, con el consentimiento de Italia y Rusisa, dejaron en esa región después del tratado Sykes–Picot de 1916. Este acuerdo hizo la repartición de territorios entre las potencias europeas de los dominios que una vez fueron del Imperio otomano, y en el proceso dejaron sembradas las semillas de muchos de los conflictos que hasta el día de hoy vemos en el norte de África (el Magreb) como en Oriente Próximo (el Mashreq).
Es la quinta guerra de Israel en Gaza desde el 2008.
La otra parte de su argumento en contra era la dificultad de crear un Estado palestino conformado por Cisjordania, los Altos del Golán y la complicación más grande siendo la Franja de Gaza, al estar esta separada por tierra de los dos primeros territorios. A esto hay que sumar que, desde el 2008, la Franja de Gaza está controlada por Hamás, mientras los Altos de Golán son actualmente administrados por Israel, aunque son considerados un territorio sirio ocupado, de acuerdo con la Organización de Naciones Unidas (ONU), y Cisjordania, considerada un territorio palestino ocupado por Israel, que tiene la mayoría de la administración del territorio, y el resto está bajo el control de la Autoridad Nacional Palestina, a través de su brazo político llamado Fatah. Créame, estimado lector, esto es aún más complicado de lo que se lee.
Casi una década después, las cosas, por lo menos en cuanto al discurso político, parecen cambiar. Todo se inició el 24 de julio, cuando Emmanuel Macron, presidente de Francia, declaró que reconocerá al Estado palestino en septiembre, en la Asamblea General de la ONU. Posteriormente se sumaron los líderes del Reino Unido y Canadá, quienes dieron algunas condiciones previas pero mostraron su clara intención de hacerlo. Con estos se trata de dos miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU, tres miembros del G7 y tres aliados de Estados Unidos que toman esta decisión.
Podríamos ser cínicos y señalar a estos países de solamente dar un discurso y no querer realmente ensuciarse las manos para buscar una solución al conflicto, pero dos temas son relevantes: primero, y más importante, solucionar la crisis humanitaria que actualmente se vive en la Franja de Gaza, donde se ha desatado una hambruna que debe ser atendida más allá de los señalamientos de las partes en el conflicto; segundo, se genera una presión sobre el gobierno de Trump para que Estados Unidos actúe de forma más enérgica para detener la escalada de lo que es la quinta guerra de Israel en Gaza desde el 2008, pero siendo la actual la peor de todas en cuanto al saldo trágico que deja a su paso. Mientras Trump usa su política de imponer aranceles para reconfigurar el orden mundial a su antojo, las potencias europeas pueden usar la diplomacia para reactivar una cooperación donde siempre debe estar: en la prevención y solución de conflictos y en el manejo de crisis humanitarias. Queda mucho para septiembre y es de esperar que estos discursos se materialicen en acciones que generen soluciones. ¡Feliz domingo!