TGW DIGITAL | En la serena aldea de Pasmolón, doña Eloida ha dedicado su vida a entrelazar no solo hilos de colores en su telar, sino también una historia de amor, lucha y perseverancia. Madre de un adolescente con discapacidad, encontró un rayo de esperanza y apoyo gracias a los programas de la Secretaría de Bienestar Social (SBS), que hoy forman parte de las iniciativas del Ministerio de Desarrollo Social (MIDES).

Su hijo, Bryan, fue beneficiario del Programa de Subsidios Familiares durante cuatro años. Este apoyo económico, dirigido a niños y adolescentes en situación de vulnerabilidad, fue crucial para doña Eloida. Le permitió cubrir gastos esenciales como el transporte para controles médicos, medicinas, pañales, ropa y mejorar la alimentación de Bryan.

Más Allá del Apoyo Económico: Educación y Respaldo Emocional

Doña Eloida relata que el acompañamiento del MIDES (anteriormente SBS) inició cuando Bryan tenía solo 5 años, y fue mucho más allá del respaldo financiero. Gracias al programa «Educando en Familia», ella aprendió a ver la condición de su hijo no como una limitación, sino como parte de su vida. Estos espacios le brindaron contención emocional, herramientas para enfrentar desafíos y una valiosa red de apoyo que fortaleció su rol como madre.

«Ahí uno habla, llora, aprende. Nos enseñan a tener paciencia, a valorar lo que tenemos. Aprendí a seguir, aunque mis piernas ya no quieran», comparte Eloida con la voz entrecortada por la emoción. Su testimonio refleja la profunda transformación personal que experimentó gracias a la orientación y el respaldo recibido.

Un Futuro Forjado con Dignidad y Agradecimiento

Hoy, Bryan es un adolescente que estudia y se desarrolla con normalidad, lleno de sueños como cualquier joven de su edad. Aunque el subsidio familiar ha finalizado recientemente, doña Eloida expresa un profundo agradecimiento al MIDES por los años de acompañamiento, orientación y apoyo brindados.

«Nos ayudaron en los momentos más duros. Tal vez para otros era poco, pero para mí fue un respiro enorme. Gracias a esa ayuda mi hijo tiene hoy 15 años, ya creció, ya batallé, solo espero en Dios le quede mucha vida por delante», concluye doña Eloida. Con cada huipil que teje en su telar, ella no solo crea arte, sino que también entrelaza la esperanza de un futuro digno para su familia, un claro ejemplo del impacto del desarrollo social en las comunidades.

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