Repitiendo acciones ante un desafío mortal

Repitiendo acciones ante un desafío mortal

Lamentablemente, hay demasiados casos de injustificados cambios de tipificación delictiva y no hay sanciones.

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Resumen Automático

16/05/2025 00:05
Fuente: Prensa Libre 

La axiomática frase popularmente atribuida al físico Albert Einstein afirma: “La locura es hacer lo mismo una y otra vez y esperar resultados diferentes”. Y sin embargo, ante diversos desafíos de los países, las autoridades, los políticos y los burócratas con frecuencia le vuelven a dar cumplimiento a tan obvia cita. En este caso, podría tomarse como caso sintomático la organización de patrullajes combinados entre la Policía Nacional Civil y efectivos militares como estrategia para combatir el repunte de sucesos violentos y asesinatos en el país, este año.

La instalación de “carpas de seguridad”, es decir, toldos en los cuales efectúan retenes y se guarecen grupos de policías y soldados, ha implicado la movilización de cinco mil efectivos, según cifras oficiales. Es casi bochornoso que funcionarios de seguridad traten de presentar tal despliegue de personal y vehículos como un “resultado” por sí mismo, cuando en realidad es una táctica repetitiva. A la larga son los resultados los que hablan, pero son vidas ciudadanas las que están en peligro. Tomando en cuenta el costo económico y de oportunidad que implica esta operación, es penoso que solo haya siete capturas, cuatro de personas con orden de aprehensión y tres por delito flagrante.

En efecto, esta técnica de las carpas se parece demasiado a los retenes, que han dado tan magros resultados. Pueden parecer disuasivos, sí, pero hace cuatro décadas, cuando no existían calles alternas y la circulación de vehículos no era tan intensa como hoy. Es ingenuo pensar que deteniendo automóviles al azar se logrará un loteriazo contra la delincuencia, que tiene artimañas, avistadores y comunicación constante. Las fuerzas de seguridad tienen ante sí un gran reto que no se resolverá con las mismas prácticas de siempre.

Es necesario analizar los factores que circundan el auge delictivo de este año para intentar dilucidar intereses y causales. Por ejemplo, un informe reciente del Banco Mundial sobre criminalidad organizada cita el caso de la ciudad de Rosario, Argentina, en donde se endurecieron las condiciones de seguridad carcelaria en marzo del 2024, restringiendo movilidad de los reos, cortando cualquier tipo de comunicación y eliminando trasiegos. Esta acción “provocó una serie de asesinatos al azar en las calles, ordenados por los líderes encarcelados”.

Apenas en noviembre del 2024 se efectuó el traslado de líderes de pandillas y grupos extorsionistas a la cárcel de alta seguridad Renovación 1, en Escuintla. Hasta entonces, las cifras de incidencia violenta seguían la tendencia a la baja, y después vino el repunte. ¿Casualidad o causalidad? Pero así como esa situación, debe haber otros factores, como reacomodos de poder en grupos asociados con presuntos narcos capturados y extraditados. Para lograr tales rastreos se necesita de un consejo nacional de seguridad funcional, técnico, activo y con procesos confidenciales de toma de decisiones. A la larga, los resultados son los que hablan.

Por otra parte, el informe del BM no solo deja en manos del gabinete Ejecutivo el combate de la delincuencia y de la violencia criminal. De hecho, señala que es la certeza de justicia y castigo el mejor disuasivo para cualquier delincuente, pero en América Latina es el eslabón más débil. En efecto, las cifras de condenas logradas por fiscalías y la supervisión constante, objetiva y crítica de las acciones de los jueces forman parte del desafío. Lamentablemente, hay demasiados casos de injustificados cambios de tipificación delictiva y no hay sanciones. El reto es grande, pues, mientras el crimen organizado es cada vez más común, la delincuencia común es cada vez más organizada.