David Vela, narrador

David Vela, narrador

Hoy que abundan en Centroamérica numerosos plumíferos dedicados al cuento y la novela quiero presentar o recordar a David Vela que fue y es narrador de primera clase en esta Guatemala que cultiva con ardor (pero no siempre con fortuna) este género tan libre pero también por ello tan dado a la mediocridad o el […]

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Resumen Automático

14/04/2025 08:59
Fuente: La Hora 

Hoy que abundan en Centroamérica numerosos plumíferos dedicados al cuento y la novela quiero presentar o recordar a David Vela que fue y es narrador de primera clase en esta Guatemala que cultiva con ardor (pero no siempre con fortuna) este género tan libre pero también por ello tan dado a la mediocridad o el desvarío, a la sociología, a la política o a la historia sin dar con su tuétano como sí lo acendró David Vela.

Quienes fueron sus lectores en El Imparcial o sus alumnos en los diversos niveles educativos donde enseñó, acaso ignoren o ya no recuerden que David fue novelista y con ene mayúscula. Por ello mi empeño en este texto de presentarlo como gran narrador (casi de la estatura de Asturias) aunque con menos obra, género que manejó de una manera muy singular y muy libre como lo hace la mayoría de novelistas y cuentistas que se precian de ser de vanguardia. Pues con Camilo José Cela y con David (digo David a secas porque así le dije siempre, a pesar de la diferencia de edades) que novela es todo aquello o todo texto al que su autor le puso así en la primera página. Naturalmente para esgrimir una proposición de tan libérrimo tuétano como el enunciado por el autor de “La familia de Pascual Duarte”, hay que tener no sólo afanes y expectativas libertarias sino también mucho talento que falta a los que hacen novela en nuestros días. Y David lo tiene y de sobra. Y chispa, gracia y donaire. Amén de manejo del idioma con maestría (como que fue director de la Academia de la Lengua, director del Imparcial y maestro de Lengua y Literatura).

Hacia 1958 David publicó un nuevo libro (de entre las casi docenas que ha impreso sobre varia índole incluyendo Arqueología Maya) que intitulo sugestiva y sugerentemente “Un personaje sin novela”, bajo cuyo acápite escribió y colocó la palabra “Novela” para que esta obra no se confundiera con las de otro género.

Pero el nombre de esta novela suya publicada como he dicho en 1958, no me recuerda sólo y de alguna manera a Camilo José Cela sino también a Luigi Pirandello y el nombre de una obra de éste “Seis personajes en busca de autor”, porque mientras los seis personajes de Pirandello buscan un director en una suerte de meta-teatro, Vela tiene un personaje (Pietro Peretti) que anda rastrando un novelista que le dé vida ¿Lo logra David en “Un personaje sin novela”? ¿O sólo logra en esta novela crear un personaje?

Seymour Menton, el conocido crítico literario norteamericano que vivió un tiempo entre nosotros y publicó “Historia crítica de la novela guatemalteca” (tesis doctoral) no juzga flexible y vanguardistamente a “Un personaje sin novela y algunas veces –entre líneas o adrede- parece afirmar que desde su enfoque una novela ha de tener elementos y rasgos de los que carece “Un personaje sin novela”, pero también “Seis personajes en busca de autor”.

Menton, dicho sea de paso, es bastante rígido y sumamente tradicional en sus enfoques, aunque tuvo mucho talento y casi siempre buen olfato para el juicio literario refinado en las mejores universidades estadounidenses. Por ello la definición que él da de novela en el prólogo o prefacio de su obra arriba mencionada se encuadra más que todo en el molde, marco o canon de la novela del siglo XIX, revolucionaria en su día, hoy muy tradicional para nosotros sobre todo después del Boom. Pero hay que hacer la salvedad por justicia, que Menton publica su discutida obra por los años 50 del siglo pasado y sus puntos de vista sobre la estética de la narrativa han variado y evolucionado sustancialmente. No obstante, es la única obra ¡orgánica! en su género en Guatemala, texto docente que no ha sido actualizado.

Lo cierto es que “Un personaje sin novela” se sale del marco tradicional de la novelística y rompe con los esquemas establecidos por Balzac, Zolá o Víctor Hugo. Sin embargo, irrumpe dentro del hálito libertario de “Niebla de Unamuno, de “La metamorfosis” de Kafka o del “Innombrable” de Beckett, no tanto por su temática sino por su libertad formal y estructural.

Continuará.