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Jóvenes conscientes, futuros posibles
Imagino centros educativos donde hablar de emociones no sea un tabú.
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Soy formadora en Intecap, madre de un niño con autismo, esposa y parte de una sociedad que aún no es plenamente inclusiva. Hoy quiero abrirte el corazón para contarte cómo MetaHumanos, un programa educativo innovador centrado en la inteligencia emocional y el desarrollo humano, transformó mi vida y puede cambiar la nuestra como sociedad.
Imagino centros educativos donde hablar de emociones no sea un tabú.
A veces pensamos que cambiar el entorno es imposible, pero cuando trabajamos en nuestro ser, ya iniciamos una verdadera transformación. Ser madre de un niño autista ha sido un camino lleno de retos, desde enfrentar la falta de inclusión en la escuela hasta aprender a lidiar con prejuicios sociales. Pero también ha sido un camino de crecimiento, donde la fe, el amor familiar y la perseverancia han sido nuestra fortaleza.
La fe nos sostuvo en los momentos difíciles, el amor nos impulsó a seguir luchando y la perseverancia nos enseñó que cada pequeño avance es una victoria. En este proceso descubrí que romper ciclos de desempoderamiento generacional comienza desde dentro, trabajando en nuestra propia transformación para luego ayudar a otros a hacer lo mismo. Y es precisamente ese el enfoque de MetaHumanos: formar personas conscientes, emocionalmente sanas y con habilidades reales para enfrentar los desafíos de la vida.
Vivimos en un siglo donde la capacidad de reconocer nuestras emociones, manejar el estrés, comunicarnos con empatía y tomar decisiones conscientes es tan importante como cualquier habilidad profesional. Sin inteligencia emocional, incluso los mejores recursos pueden perderse o usarse de forma ineficaz. Por eso MetaHumanos no es solo un programa educativo: es una apuesta por la transformación profunda y sostenible, desde el ser hacia el hacer.
MetaHumanos llegó a mi vida como un espacio para sanar y crecer. Su metodología LED (liberación, equipamiento y desempeño) me enseñó a soltar cargas emocionales, a equiparme con herramientas para la vida y a desempeñarme mejor en todos mis roles: como madre, profesional y ser humano.
¿Por qué te cuento esto? Porque imagino el poder que tendría MetaHumanos si llegara a una gran cantidad de jóvenes guatemaltecos. Jóvenes que rompan con el ciclo del desempoderamiento, que reconozcan su valor y desarrollen habilidades que serán útiles en todos los ámbitos de su vida: relaciones, trabajo, comunidad, familia. Jóvenes capaces de convertirse en agentes de cambio real, promoviendo la inclusión de personas con discapacidad y construyendo una sociedad más justa y empática.
Sueño con una generación que desde su despertar interior lidere con empatía, que adapte espacios, impulse programas comunitarios y transforme políticas públicas con una mirada humana. También imagino centros educativos donde hablar de emociones no sea un tabú. Espacios donde aprender a vivir con propósito, gestionar la frustración o practicar la gratitud sea tan importante como sumar o escribir. Porque solo así podemos prevenir muchas de las crisis personales y sociales que vemos hoy: violencia, ansiedad, aislamiento, discriminación.
Y sueño que mi hijo, con su manera única de ver el mundo, también sea un metahumano. Porque él, como muchos otros jóvenes, neurodivergentes o no, tiene un potencial enorme que merece ser liberado.
Escribo para que conozcas MetaHumanos, un proyecto que ya está haciendo posible la transformación que hoy sueño y describo. Un proyecto que no solo enseña habilidades, sino que libera el poder que todos llevamos dentro para crear un futuro distinto, uno en el que rompamos de verdad los ciclos de exclusión, silencio y limitación que han frenado a Guatemala por generaciones.